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CARTA JOMI APARECIDA 2013

Terminadas las Jornadas JOMI en Aparecida llega el momento de hacer balance. ¿Cómo mejor podemos hacerlo que dando la palabra a los mismos jóvenes? Ellos prepararon una carta que quieren enviar a los que no pudieron venir. Es la mejor expresión de lo vivido en estos días y el final de estas crónicas. Ahora ellos son los protagonistas en el encuentro con el Papa Francisco y de esto seguro que estaremos suficientemente informados por otros medios. Aquí les presento la,,,


CARTA JOMI-APARECIDA

Queridos amigos.

Saludos desde Aparecida (Brasil)

Como no tuvieron la oportunidad de estar con nosotros queremos compartir con ustedes nuestra experiencia a través de esta carta. Nos hemos reunido aquí en Aparecida, Brasil, como Jóvenes provenientes de todo el mundo para celebrar y vivir más profundamente el carisma y como familia oblata. Hemos estado juntos desde el 18 hasta el 22 de Julio de 2013. En estos días hemos interactuado con otros Jóvenes de diferentes países, culturas y procedencias sociales pero unidos en una misma fe y en el espíritu de San Eugenio.



 Esta experiencia ha estado plena de energía inspirándonos, enriqueciéndonos y también desafiándonos. Nuestro Superior general nos ha llamado a vivir nuestra fe de una forma más activa y encarnar a el carisma oblato en nuestras situaciones cotidianas. Nos animó mucho ver las muchas maneras de expresar nuestra fe católica especialmente cantando, danzando  vistiendo con ropas tradicionales durante la Misa. Nuestra celebración de la Eucaristía nos ayudó a darnos cuenta mejor de nuestra comunión entre nosotros tal como vivimos juntos en el mismo hotel como una familia.

Querido joven. Busco llegar a vos para hacerte saber de un gran amor, un amor que no excluye a nadie y se extiende a todos. Durante estos últimos días, nosotros, como una gran familia oblata, experimentamos constantemente y de diversas formas un encuentro salvador con JESUCRISTO. Diferentes culturas y  razas en comunión, bajo un mismo espíritu, compartimos el gran don de nuestro carisma oblato. Cristo joven, vibrante y alegre, se hizo presente e cada uno de los momentos. Una bienvenida que nos hacía sentir en casa, la convivencia fraterna multicultural, un Via Crucis que nos invitó al compromiso y la acción como misioneros oblatos.  Y una transformadora catequesis en la cual el Padre General nos recordó que el centro de nuestro carisma está el sentirse amado por Dios para tratar al prójimo como nuestro Hermano.


 San Eugenio nos convida diariamente a buscar servir al prójimo sin restricciones lo mismo que Jesús anunció la Buena Nueva a todos los pueblos, especialmente los más necesitados. Seducidos por su carisma, la juventud oblata se revela en medio de las dificultades diarias. Para predicar el Evangelio tenemos que vencer las batallas diarias impuestas por la vida tan atareada que llevamos, uno de los mayores desafíos es vencerse a sí mismos, vencer sus propias barreras. Reconocerse pecador es el inicio de un camino verdadero de conversión, entregándose al infinito amor de Dios y a una experiencia de vida comunitaria que se desarrolla en el amor gratuito renovando nuestras vidas.

.Queremos concluir nuestra carta dando las gracias, en primer lugar a Dios, San Eugenio y María Inmaculada que han derramado una lluvia de gracia para todos nosotros. Gracias a todos los oblatos y laicos de Brasil que han trabajado tanto para acogernos y organizar este encuentro. OBRIGADO. Gracias a nuestro Padre General que nos ha regalado su catequesis, sus homilías y su presencia. Llevamos en nuestros corazones lo que nos dijo y queremos encarnarlo en nuestras vidas. En fin, gracias a todos y cada uno de los que rezaron por nosotros y a todos ustedes jóvenes. Con ustedes y con San Eugenio, queremos abrazar a Cristo y su misión.



Oremos a San Eugenio: que también podamos sentir ese amor desinteresado en la santa cruz, danos valentía para experimentar con caridad los dones que recibimos antes incluso de nuestro nacimiento y que nuestra Madre, María Inmaculada, nos fortalezca para ser fieles a Jesucristo. Que San Eugenio, corazón que abrazó todo el mundo, nos auxilie a ser una gran familia misionera que anuncia la buena noticia a los pobres y abandonados para que conozcan la fuerza del amor de Dios. Amén.

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