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Una experiencia de encuentros en el Sáhara


Me llamo Tomas Vyhnalek, y soy un oblato de la República Checa, pertenezco a la provincia Centroeuropea que forman Alemania, Austria y la Rep. Checa. Hace cuatros meses que estoy viviendo mi experiencia misionera en Laayoune  (Sáhara) con Padres Mario y Valerio.

El p.Tomas de experiencia misionera en Sáhara

Al principio muchos me preguntaban, cómo es la vida en el desierto y tenía explicar que Laayoune está situado en el desierto del Sáhara, pero es una ciudad de 350-400 mil habitantes; la vida aquí es una vida de la ciudad y no del desierto con mucha arena y dunas. Al poco tiempo de mi llegada en Laayoune llovió mucho, así que la carretera con el Norte se cortó por unos días, y estuvimos aislados, sin suministro de muchos productos que llegan del Norte, porque aquí mismo no se produce casi nada y somos dependientes de los suministros de Norte. Así que es verdad que vivimos en una ciudad, pero también es verdad que vivimos en un desierto infértil.

Imagen bastante usual en los viajes por el desierto

Estos cuatros meses se me pasaron volando. Casi todos los días hay visitas de los amigos o nosotros visitamos las familias, que conocemos bien y que conocen a los oblatos desde el tiempo del dominio español. A menudo se organizan comidas o cenas para estar juntos, sobre todo con los pocos españoles, que están en Laayoune por el trabajo. Para mí es distinta la manera de encontrarse y me estoy acostumbrando a un ritmo sureño, porque una comida de 3-4 horas hasta ahora no era algo habitual para mí, tampoco cenar a las nueve. También ir a tomar té con una familia Saharaui no es algo de 20-30 minutos, pero uno tiene que considerar los tres turnos del té que se sirven en una manera particular. Estas experiencias están cambiando mi percepción del tiempo de la vida.

Uno de los muchos momentos compartidos en torno a la mesa y la iglesia de Laayoune

Me gusta también mucho de conocer la cultura e historia de este lugar. Lugar con una historia muy viva, con muchas transformaciones dramáticas. Para mí es un desafió no solo conocer, sino también comprender porque todo esto ocurrió. En este sentido estoy viviendo también la experiencia del islam, una experiencia directa de primera mano, que es muchas veces muy distinta de la experiencia del islam en los medios, como lo presentan en Europa.

Para mí la misión de Laayoune y de Dakhla (donde tenemos la segunda iglesia) es una misión de encuentros, encuentros con los amigos, familias, extranjeros o locales, católicos, protestantes o ateos, cristianos o musulmanes.

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