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Experiencias desde el Viaje Misionero (2)


Empecé el viaje con miedo a que las expectativas que había ido construyendo en mi cabeza me impidieran ver la realidad o disfrutar del viaje todo lo posible, y con miedo a volver sin que una semilla hubiera germinado en mí; sin embargo, puedo decir con seguridad que a medida que iban pasando los días todos esos miedos se fueron disipando hasta desaparecer totalmente.

Hoy, varias semanas después de volver, habiendo tenido tiempo para reposar todas las impresiones y con la perspectiva otra vez clara y objetiva, estoy convencida de que no ha sido un viaje más, como el que puedes hacer con tus amigos en cualquier momento, sino que la perfecta combinación entre la convivencia dentro del grupo de voluntarios  y la convivencia con el pueblo senegalés, así como de todas las experiencias y situaciones en las que nos hemos visto plenamente sumergidos, han abierto en mí miles de pequeñas ventanas por las que observar e interpretar las cosas desde distintos puntos de vista.

Inés Rodríguez Fernández 



Sencillamente perfecto. Tiempo de descubrir, de conocer, de compartir, de dar y de recibir. Días en los que hemos descubierto otras formas de vivir, radicalmente diferentes y al mismo tiempo esencialmente iguales. Asombrados por la grandeza de la vida y todas sus posibilidades. 


Hemos aprendido a hablar mucho más allá del lenguaje; el amor es el idioma del alma. Pon amor en las cosas que haces y las cosas tendrán sentido. Gracias a esta frase, a concebir el viaje de forma sencilla, con gratitud, el grupo ha conseguido sacarle partido a todo lo que se presentaba en el camino, todas las sorpresas, tanto positivas como negativas. Esta es la mejor forma de viajar en grupo.

Senegal, el pueblo de la teranga que tanto nos ha enseñado. Un pueblo, una sociedad, con una forma de vivir alucinante, muy bonita, muy sencilla, muy de verdad. Estar con ellos tantos días nos ha permitido aprender mucho más de lo que podríamos haber imaginado al principio, y sobre todo, a cambiar el punto de vista en muchísimos aspectos. La forma que tienen de concebir la vida, de vivir empapados de respeto, su pensamiento colectivo, de fraternidad con todos sin importar religión, etnia o país, su forma de vivir en contacto con la naturaleza, con los animales, con la vida y muchas más cosas han sido fuentes de inspiración para un grupo que sin duda jamás olvidará el regalo tan bonito que se nos otorgó un 19 de Julio de 2017 al entrar en Senegal.

Sergio Lagarde Cabañero



Llegué a esta tierra intentando vaciarme de todo lo que conmigo venía de occidente, del norte, para dejarme pintar y moldear por las gentes de África una vez más. Sorprendido y desbordado por tantos acontecimientos cotidianos que llenaron mi Vida en este viaje a Sunugal, estoy emocionado por el sabor que me ha dejado en el corazón.

Ha sido un recorrido singular, con requiebros en su trazado inicial, con incertidumbres, tiempos llenos de miradas y acciones, y tiempos muertos de espera. De lo planificado queda un tercio, y gracias a los márgenes para la aceptación y la revolución de todos nosotros, la senda finalmente andada no la encuentro mejor.

El balance entre el dar y el recibir de esta experiencia se inclina definitivamente hacia el recibir. Es un buen camino para darse cuenta de que aquí, en África, uno recibe más de lo que puede dar, por más que me empeñe en pensar o llevar materiales, juegos, dinero,…. La teranga o acogida senegalesa tiene un abrazo tan grande como el río Casamance y es tan cálida, constante y respetuosa que construye una fraternidad sólida no sólo entre ellos, sino también entre quien con ellos sube a su barca -a “su nugal”, que en wolof, la lengua nacional, significa nuestra barca.

Juan J. López Jiménez

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