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En memoria del P. Rafael Álvarez omi


En menos de una semana ya han sido más de 1000 personas las que se han interesado en la noticia del fallecimiento del P. Rafael Álvarez omi. Han sido muy numerosos comentarios de pésame y agradecimiento por su vida, tanto en nuestra página web como en nuestro perfil de Facebook.

Todo esto muestra el cariño entrañable por el P. Rafael.

Compartimos por ello una reseña y breve reflexión de su vida escrita por el P. Valerio EKO omi. Recordamos así a nuestro querido P. Rafael.


El Padre Rafael Alvarez Muñiz nació el 31 de diciembre de 1932 en Acevedo, provincia de León, España. Tras su formación fue misionero oblato emitiendo sus primeros votos como religioso en Hernani, provincia de Guipúzcoa, el 25 de julio de 1950. El 17 de marzo de 1956 fue ordenado sacerdote en Madrid.

Trabajó primero Málaga, luego en el Sahara, pasó a Madrid (Aluche), Teverga, Málaga de nuevo, Madrid (Diego de León), para terminar una vez más en el Sahara, de donde deberá salir hacia Madrid el 13 de abril de 2011 para poder recibir cuidados sanitarios adecuados.

El 4 de mayo de 2019 a las 3:20 a.m. quiso el Señor acoger a su servidor, el P. Rafael, en el Paraíso. Fue un mensaje triste y lacónico el que dirigió el P. Antonio Buonanno, superior de la comunidad de Diego de León a los oblatos. Su sepultura tuvo lugar el domingo 5 de mayo de 2019 por la tarde, en el cementerio de Pozuelo de Alarcón -cerca de Madrid-, donde son enterrados los Oblatos en España.

La triste noticia se transmitió y difundió a una velocidad vertiginosa entre todos los que conocieron al padre Rafael. Todos le llevan en sus oraciones.

Las distintas reacciones y los numerosos mensajes de pésame que la gente nos hace llegar nos muestran hasta qué punto el padre Rafael era querido por la gente.

En el Sahara, el Padre Rafael ha dejado una huella profunda en mucha gente por su compromiso al servicio de la comunidad, del servicio a los pobres, de la enseñanza y a través de sus relaciones sencillas y sanas con los saharauis.

Muchos de los saharauis le consideran “su padre”. Este padre que tanto ha amado el Sahara, por el cual había dado su vida, en el que deseaba morir a todo precio para poder ser enterrado en él. Para poder cumplir su deseo, en 2011, al ser trasladado a Madrid y sabiendo que partía para ya no regresar más, pidió una pequeña cantidad de arena del Sahara que guardó en su habitación tras tocarla con sumo cariño y respeto con la frente. “Es para mi entierro” decía con una sonrisa en los labios. En su comunidad de Madrid, el padre guardaba “el Sahara” en lo más profundo de su corazón, y junto al Sahara, los nombres y los rostros de todos a los que había amado y le habían amado. Hablarle del Sahara le llenaba de alegría y consuelo. Este hombre místico, poeta y profundamente religioso esta receptivo y atento a los acontecimientos del mundo y en particular a la suerte de los pobres. Su pipa de fumar en la boca, la Santa Biblia y el Santo Corán en su escritorio eran sus amigos y sus libros de cabecera que consultaba largo y tendido a lo largo de la jornada para extraer de ellos la sabiduría divina. Nunca paró de escribir en forma de poema lo que rumiaba en sus meditaciones. “El primer belén”, “El niño Aylan” y “A las niñas secuestradas por Boko Haram en Chibok (Nigeria)” escritos por el padre Rafael en 2015 y publicados en 2017.
Un hombre jovial, generoso, magnánimo, con buen humor, simpático, humilde, considerado y acogedor, que permanecerá para siempre en el recuerdo de muchos. “Para Jesús, el mejor villancico eres tú, cuando en ti hay paz y amor”, escribía el Padre Rafael en su libro: “Que haga siempre Navidad”, el 7 de diciembre de 2017.

La Congregación ha perdido a un gran misionero.
El Sahara llora a su “Padre”.
El mundo ha perdido a “un gran hombre de Dios”.
Los historiadores han perdido “una bella página de la historia”. Porque “en África, cuando muere un sabio, es toda una biblioteca la que arde en llamas”, se dice.

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