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Desde la Misión Popular


Hace una semana, el pasado lunes 1 de mayo, en Matapozuelos (Valladolid) comenzaba la Misión Popular.

El inicio no podría ser mejor: el pueblo reunido en la Ermita de la Virgen de Sieteiglesias, presididos por el obispo auxiliar de Valladolid, Mons. Luís Javier Argüello, los misioneros (representantes de toda la Familia Oblata: religiosos, religiosas y laicos) eran enviados en nombre de la Iglesia para recorrer las calles e invitar a la acogida del Evangelio.

Tras el envío, la semana transcurrió desde el doble movimiento "hacia afuera" y "hacia adentro": buscando a los vecinos y a las familias de Matapozuelos en sus hogares y en sus trabajos y quehaceres, recibiendo a los que respondían a la llamada del Espíritu en la iglesia (las oraciones de la mañana con los niños, la oración de Laudes con el pueblo y distintas celebraciones litúrgicas y paralitúrgicas).

Tanto el párroco, el p. Joseph Irudayaraj omi, como el director de la misión, el p. Sabatino Migliaccio omi, subrayan algunas realidades que están haciendo particular esta misión:

* La acogida progresiva de la misión. En los momentos previos y de preparación, la acogida había supuesto más interrogantes e inquietudes que ánimo y esperanzas. Sin embargo, desde el comienzo de la misión, cada vez hay una apertura y confianza mayor que va creciendo día a día. Esto se nota en una participación cada vez mayor en los actos y actividades, en la simpatía y acogida de los misioneros en las visitas familiares, y en el compartir de bienes que está siendo más que generoso.

* Las celebraciones más significativas han sido, hasta el momento, las que se han podido realizar tocando el corazón y la sensibilidad del pueblo de Matapozuelos: la apertura de la misión en la Ermita de la Virgen de Sieteiglesias, donde la devoción es siempre ferviente por parte del pueblo; la eucaristía en la Plaza Mayor centro emblemático de la vida social y civil del pueblo; la peregrinación de las Cofradías donde estuvieron representadas todas las asociaciones que fomentan la devoción cristiana del pueblo.



* El reto más importante y más difícil sigue siendo los jóvenes, los adolescentes y los matrimonios jóvenes. Distintas iniciativas se han intentado: madrugar con los estudiantes para saludarlos en la parada del autobús, encuentros específicos con aquellos que se preparan a la Confirmación, animaciones en el parque del pueblo... Sin embargo, la respuesta es siempre escasa y eso no deja de interpelar en la búsqueda de un testimonio más auténtico y significativo para ellos.

* Finalmente, se están entrelazando armoniosamente los actos extraordinarios de la misión con momentos culturales de la vida del pueblo. Así, tras la eucaristía en la residencia de ancianos, los misioneros compartieron un tradicional encierro taurino. Tras un momento de animación y juegos en el que los niños profundizaban en los "vicios y las virtudes", los misioneros fueron al campo municipal de Matapozuelos para animar al equipo de fútbol local en su lucha por ascender de categoría.

Mediada la misión popular podemos concluir que el Espíritu sigue soplando para mover a todos, misioneros y habitantes de Matapozuelos, a abrir a la acogida del Señor Jesús Resucitado, fundamento de nuestra fe y de nuestra esperanza.

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