Encuentro de la Familia Oblata de Málaga


El pasado sábado tuvo lugar en Málaga, en la parroquia Nuestra Señora de la Esperanza y San Eugenio de Mazenod, el primer encuentro local de Familia Oblata de los tres que hay programados para el presente curso. Estos encuentros tienen un carácter formativo y también de acercamiento entre todos los que nos sentimos cercanos al carisma oblato.

Nos reunimos una veintena de personas, agradeciendo la presencia y colaboración de los Padres Ismael OMI, Rafael OMI, Jean Maurice OMI y David OMI. La formación corrió a cargo de nuestro hermano Ángel Nuño, Doctor en Teología y en Filosofía y Licenciado en Antropología, a quien agradecemos profundamente su disponibilidad, generosidad y dedicación.

Tras la bienvenida, comenzamos con la primera parte de la conferencia, el tema a desarrollar era “Vivir el carisma oblato en la parroquia y algunas perspectivas misioneras”.

 A modo de introducción, recordamos, con pasajes de la Evangelii Gaudium, que nuestro desafío misionero, el dar razón de nuestra fe, debemos vivirlo siempre con alegría. Desde el corazón del carisma oblato, resuenan las palabras de San Eugenio: “Me ha enviado a evangelizar a los pobres”, que nos llevan a cuestionarnos desde nuestro ámbito parroquial: ¿cómo podemos ser misioneros en nuestra parroquia?, ¿cómo poner nuestra parroquia en estado de misión?, ¿cómo vivir el carisma oblato en la parroquia? A partir de aquí, empezamos a recorrer un camino sensorial dividido en dos partes, o dos sentidos: la mirada y la escucha.

En la primera parte descubrimos cómo educar la mirada. Debemos mirar el mundo con los ojos de Cristo, pero para ello primero debemos dejarnos mirar por Él, para predicar la Palabra de Dios primero tenemos que recibirla. A partir de ahí, descubrimos cómo debe ser nuestra mirada misionera, ante todo misericordiosa, y una serie de “problemas visuales” que pueden enturbiarla. Según nos explicaba Ángel, a modo de metáfora, la “miopía” del misionero nos hace ver sólo lo urgente y perder la visión a largo plazo, la “presbicia” nos convierte en el misionero cansado, agotado, apático, que ha perdido la audacia misionera. Y así, una larga lista de cosas a corregir: hipermetropía, astigmatismo o visión desenfocada, conjuntivitis, cataratas, glaucoma…

La segunda parte estuvo dedicada a cultivar la escucha, que en sí misma es misionera, porque la Fe llega por el oído, la hemos recibido por medio de la predicación de otro. Pero, ¿cómo podemos educar nuestro oído?, la respuesta sería estar bien sintonizados, cultivando nuestra vida espiritual. De igual modo que nuestros ojos, nuestros oídos están expuestos a una serie de problemas, como el exceso de ruido del mundo en el que vivimos; el intento constante de silenciar la Palabra de Dios por parte de una sociedad que presume de ser “tolerante”; el intento de recluir la religión al ámbito de lo privado; el consumismo compulsivo que pretende vendernos también “una religión a la carta”; y muchas otras realidades sobre las que pudimos reflexionar guiados por nuestro conferenciante con un profundo conocimiento de la sociedad.

Entre una y otra parte de la charla, tuvimos una adoración y un rato para tomar café y conversar. Por último, tras el almuerzo, nos reunimos de nuevo para reflexionar con las siguientes preguntas: ¿Cuáles son a tu juicio las principales amenazas para una verdadera mirada misionera?, ¿qué lugar ocupa en tu vida el estudio relacionado con la misión de la Iglesia?, ¿cuáles son a tu juicio las principales urgencias misioneras de nuestra parroquia?

Ni que decir tiene que el encuentro fue un regalo para todos los que asistimos, tuvimos la oportunidad de profundizar en el carisma oblato, de conocernos mejor y de reflexionar sobre la misión en nuestra parroquia. Guiados por el Espíritu Santo, seguimos en nuestro camino como peregrinos de la esperanza en comunión. Un abrazo a todos, unidos en oración con nuestra Madre María Inmaculada

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