Una bicicleta para el futuro

Hay ocasiones en las que una acción solidaria parecería estar predestinada a realizarse en un lugar determinado, como es el caso del presente proyecto de la ONG AMYCO (amistad y colaboración oblata). Escribe Jesús Marchamalo en su delicioso libro Delibes en bicicleta: «El joven Miguel, pantalón corto, flequillo desfilado, miraba ansioso, de reojo, la bicicleta de su hermano Adolfo. Una Arelli de un verde fulgurante, frenos y guardabarros cromados, que brillaba al sol, cegadora como una aparición. Habían quedado en que esa mañana, cuando terminara de leer, su padre le enseñaría a montar en bicicleta».

Años más tarde, una bicicleta serviría al gran escritor vallisoletano para ir al pueblo de la que sería su esposa, es decir, para ir al futuro. En esa misma tierra castellana, los antiguos alumnos de El Abrojo se han propuesto abrir esperanzas en latitudes algo más lejanas, enviando 50 bicicletas a Ndiobéne, una comunidad rural de Senegal ubicada en el centro del país.

De este modo, desean atender a una necesidad de las personas con las que trabajan los oblatos en este querido país africano, quienes explican el motivo de su petición: «En las zonas rurales, muchas personas viajan kilómetros todos los días sólo para sobrevivir. A pie, la gente soporta el sol para realizar sus tareas diarias. La distancia plantea una barrera para asistir a la escuela, obtener atención médica y comercializar productos. De estos pueblos proceden unos cuarenta estudiantes que realizan el recorrido a pie, encontrándose naturalmente con retrasos y falta de rendimiento».

El envío de estas bicicletas podría paliar al absentismo escolar, facilitando que los jóvenes senegaleses de la zona (especialmente las mujeres) puedan continuar con sus estudios y, mediante la educación, aspirar a un mejor porvenir.

La comunidad oblata de Valladolid, después de dialogar con el equipo de la Procura, se decidió a colaborar con este proyecto de AMYCO. Para ello se han realizado dos actividades, que ya empiezan a consolidarse por estos lares: una marcha solidaria desde Mojados hasta la ermita de Ntra. Sra. De Luguillas y una paella solidaria en nuestra casa de El Abrojo.

A esta paella, celebrada el domingo 29 de junio, acudieron más de cien personas provenientes de las parroquias de San Isidro (Valladolid), Mojados y Megeces; también compartieron ese día con nosotros miembros de AMYCO y de otra ONG, Amigos de Gambia, con quienes colaboramos para el envío en barco de todo el material que recojamos.

A pesar del calor sofocante con que fuimos agasajados, no faltó el buen humor, la paciencia y el deseo de pasar un buen día juntos. La buena causa lo merecía. Algunos comercios de la zona nos ofrecieron productos que fueron sorteados mediante un bingo que, además de hacernos pasar un buen rato, contribuyó a la recaudación de fondos.

Casualidades de la vida, el mismo 29 de junio Manuel Vincent escribía un artículo en El País que comenzaba de la siguiente manera: «En mi caso el paraíso es ese lugar del universo donde me está esperando aquella bicicleta que desde los 10 años me llevaba al mar en el verano. Sé que cuando muera, si me he portado bien, volveré a encontrarla muy puesta con las ruedas hinchadas, con la cadena engrasada, el manillar…». 

Seguramente, también muchos de nosotros asociamos la bicicleta a la infancia, o a momentos lúdicos y felices. Desgraciadamente, todavía hay lugares en el mundo donde es un lujo y un medio de transporte para poder estudiar. Ojalá que nuestra pequeña aportación contribuya a que, en un futuro no muy lejano, quienes hoy se beneficien de nuestra ayuda puedan construir un Ndiobéne donde los niños puedan soñar con paraísos parecidos a los nuestros, en los que las bicis también sean para el verano, para disfrutar y para jugar.

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