Adiós, Hermano Nicolás
En nuestro mundo moderno se está perdiendo el uso de la palabra adiós. En el trasfondo de esta pérdida se encuentra el sentimiento de que parece una despedida definitiva y, para evitar esa tristeza, lo sustituimos por eufemismos como ¡hasta siempre!
Sin embargo nos olvidamos del origen de esa palabra, que lleva dentro el término de nuestra fe: Dios. Cuando decimos adiós a alguien, nos emplazamos a vernos en un tiempo más largo, ciertamente, pero también a nos recordamos el fundamento de nuestra esperanza: algún día nos veremos todos en Dios, en su casa, en torno y junto a él.
Este fue el deseo que predominó en el emotivo funeral celebrado el pasado domingo de la Misericordia en memoria de nuestro querido Nico, como todos le conocíamos y le tratábamos.
Hombre sencillo y entrañable que, con su presencia humilde y su servicio silencioso tocó el corazón de tantas personas a lo largo de su vida, como muestra la gran asistencia a la misa de ayer, presidida por el P. Javier Montero, superior de la comunidad de Aluche, donde residía desde hace 18 años.
Fue un momento especial por muchos motivos, de los cuales podríamos destacar el vídeo en el que Nico nos habló a los allí presentes, dejándonos una última enseñanza sobre cómo cuidarnos unos a otros y cómo prepararnos para ir al cielo.
San Eugenio de Mazenod quiso que san José fuese el patrono de los Hermanos en nuestra querida Congregación de los Misioneros Oblatos de María Inmaculada. Podríamos encontrar muchos motivos para ello, pero a nuestro Nico le quedan como a medida las palabras del Papa Francisco el su carta Patris corde escrita con motivo del año jubilar dedicado a san José. En ella podíamos leer: «Cuántas personas rezan, ofrecen e interceden por el bien de todos». Todos pueden encontrar en san José —el hombre que pasa desapercibido, el hombre de la presencia diaria, discreta y oculta— un intercesor, un apoyo y una guía en tiempos de dificultad. San José nos recuerda que todos los que están aparentemente ocultos o en “segunda línea” tienen un protagonismo sin igual en la historia de la salvación. A todos ellos va dirigida una palabra de reconocimiento y de gratitud».
¡Gracias por todo Hermano Nicolás! O Amador, como te conocían en tu querido Valdemorillo, donde fuiste pastor en tu juventud. Tu cruz de Hermano Oblato, un poco más pequeña que la del sacerdote, era signo de tu humildad y sencillez, que nos invitaba a mirar más allá, hacia ese gran corazón en el que latía la pasión por Jesús y sus ovejas, a las que cuidaste con amor de padre. Adiós Nico, ábrenos las puertas de la comunidad del cielo, como abrías cotidianamente las de la iglesia.
Nico has marchado a la casa del Padre, que gran alegría hay en el cielo por tu llegada. Intercede ante Dios por la Gran Familia Oblata. Que tu alma descanse en paz. Un beso hasta el cielo.
ResponderEliminarSiento mucho lo del padre Nicolás, ofreceré mis oraciones por él. Me encuentro fuera y no podré asistir. Que descanse en paz y Dios le tenga en la gloria
ResponderEliminarEl hermano Nicolás nos ha enseñado que el camino para llegar al Padre es el servicio, la humildad y la alegría. Gloria a Dios. Gracias Padre por la vida de Nicolás que nos lleva a ti.
ResponderEliminarEspero que ahora desde arriba nos cuides el doble. Ha sido una gran pérdida pero ahora sabemos que hay un ángel más en el cielo cuidando de todos
ResponderEliminarUn gran abrazo
Adiós hermano Nico, echaremos muy en falta tu gesto con la mano dándonos los buenos días, tu cara bondadosa y serena, tu andar testigo de tus muchos años.
ResponderEliminarTe voy a echar de menos en el último banco de la capilla, aislado de todo.
ADIOS HERMANO.