La magia es un sueño que solo Dios puede realizar

El viernes pasado por la noche, fui testigo de un espectáculo de magia digno del más increíble mago de la historia. Hubo momentos en los que pensé que quizá todo lo que veía ante mi era un sueño, un sueño hecho realidad.

En el salón Reina Sofía de la casa de Emaus en Pozuelo, nos reunimos más de cien personas gracias a Talitakum Uruguay. La comunidad de Pozuelo estaba sentada disfrutando de una cena uruguaya en honor y compañía de nuestros hermanos.

En el menú y como plato principal el famoso y riquísimo chivito al que ninguno pudo resistirse.  Como postre una estupendísima tarta de galleta, dulce de leche y chantilly. Por supuesto todo acompañado de bebidas variadas, patatas, queso con miel de naranjo, nachos con tomate y guacamole…… 

Los más pequeños corrían jugaban y disfrutaban entre las mesas, mientras los mayores comían tranquilos, conversaban, compartían y pasaban un rato agradable.

Personas que no se conocían comiendo juntas y felices, amigos disfrutando, hermanos de la primera comunidad de Pozuelo que no iban por esta casa hace más de 15 años, nuestros queridos compañeros de Aluche, una pequeña pero buena representación de Diego de León y nuestra querida familia oblata de casa.

Ante toda esta situación y desde el final de la sala, es cuando presencie la magia. La magia de ver a Uruguay y Pozuelo juntos. Las fotos, la música, las caras que veía, las mesas de las personas que ya están dentro de mi corazón, TODO. 

Todo unido gracias a unos valientes que hace 8 años decidieron en Montevideo decir LEVANTATE Y ANDA.

Todo gracias a ellos que nos han contagiado su entusiasmo y amor.

Todo gracias a esos chicos que luchan, a esos niños que ríen y lloran, a esos super profesores que se dejan la vida y el alma por sus chiquilines.

Todo gracias a las personas que aquí les escucharon y también se han levantado caminando a su lado.

Todo gracias a un gran mago llamado Eugenio de Mazenod que fue discípulo del mejor;

De Jesús de Nazaret.

Firmado:                        

Una espectadora agradecida