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Familia Oblata: bautizada y enviada



En el fin de semana que comenzaba el viernes 28 de febrero, alrededor de 50 personas nos sentimos llamadas a participar en el Encuentro anual de Familia Oblata, bajo el lema "Bautizados y enviados", con el deseo compartido de vivir un fin de semana en comunidad, al estilo de los Oblatos, unidos en el amor de Cristo.

Han sido dos días para recibir dones a través de la liturgia, de formaciones, de momentos de compartir, de meditación en silencio, de testimonios vivos, como el de Chicho desde el Sáhara o el de los Mártires Oblatos. Nuestro entrañable carisma propició un clima de convivencia alegre, fraterno y nos hizo saber que el resto del año sólo nos separa la geografía.

Hemos recibido juntos la Palabra de Vida, renovado nuestras promesas como testigos y apóstoles, y afianzado nuestra intimidad con el Señor, además de profundizar en el carisma. Se nos han hecho muchas propuestas de reflexión: volver al origen, recuperar nuestra identidad como comunidad cristiana, incorporar la mirada femenina, discernir la misión que Dios quiere para nosotros, ser personas desde el punto de vista teológico, convertirnos, ser fecundos, tener una mirada de misericordia y abrir en nosotros espacios de libertad para los demás.

Agradecemos a los que ha trabajado en la organización, a los ponentes y a los Oblatos, por hacernos participes y destinatarios de lo que creemos que es una gracia de Dios. A Él le pedimos fuerza para incorporar con valentía y sencillez a nuestra vida diaria, lo vivido. Le pedimos decidir ser hombres felices y mostrar su luz que trae la salvación a todos.


Martha López





Bajo el lema “bautizados y enviados” hemos podido disfrutar del gran regalo que ha sido el encuentro de Familia Oblata 2020.

Recuperando la intención del Papa Francisco de  “promover un Mes Misionero Extraordinario y despertar la conciencia de la misión ad gentes, retomando con nuevo impulso la responsabilidad de proclamar el Evangelio a todos”, hemos trabajado estos días desde la formación, la oración y el testimonio.

Dos ponentes de lujo nos introdujeron en la misión del laico en la iglesia, desafíos y mirada hacia el futuro (Diego M. Molina) y la misión desde el Carisma Oblato (Ángel Nuño), concluyendo con un enriquecedor debate entre todos.

Como introducción a la oración personal y al desierto de la tarde nada mejor que el testimonio personal del padre Chico desde la misión del Sahara, con algunas dificultades en la conexión, vía Skype.

Terminamos el sábado con la eucaristía, en la que revivimos nuestro bautismo, para volver a tomar conciencia de que bautizado y enviado no se pueden separar y nos ponen frente a nuestra responsabilidad misionera de anunciar el Evangelio.

El domingo por la mañana más testimonios, esta vez de misioneros oblatos que ya nos dejaron y que dieron su vida por el Evangelio en los cinco continentes. Testimonios de Fe llenos de vida y de amor apasionado por la misión.

Hemos vivido uno de los encuentros más números de los últimos años, en el que nos hemos reencontrado laicos de Madrid, Málaga, Jaén y Mallorca junto a una nutrida representación de Oblatas y Oblatos.

En esta ocasión el itinerario de formación, oración y testimonio nos ha vuelto a poner frente a nuestra realidad como cristianos, con una misión concreta y personal dentro de la iglesia y bajo el paraguas del carisma de San Eugenio, anunciar el Evangelio, anunciar el Evangelio y anunciar el Evangelio, y si en algún momento es necesario incluso con la palabra.

Mario Ramos

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