Visita a la Misión de Venezuela
Dos años había ya que nuestros misioneros en la querida Venezuela no podían recibir visitas a causa de la Covid-19. Dos largos años en los que ellos, debido también a las dificultades que la pandemia ha generado a la hora de renovar sus visas, no han podido venir nuestro Territorio. Dos años largos, acortados ciertamente gracias a las nuevas tecnologías incapaces, no obstante, de sustituir al calor de la presencia.
Nuestro vicario provincial, el P. Alberto Ruiz, tuvo la suerte de poder estar con ellos diez días, cargados de conversaciones, relatos y buenos momentos vividos en comunidad, tal y como quería nuestro Fundador.
Nuestros misioneros, a pesar de sentir en sus carnes los estragos de esta enfermedad, tanto personalmente -alguno de ellos incluso hospitalizados por el coronavirus-, como por la situación social de aquella bendita tierra, siguen siendo testigos de esperanza y alientan a todos a confiar en el Señor.
En esta misión no se encuentran solos, ya que un hermoso grupo de la Familia Oblata colabora fielmente en su labor, con el ánimo generoso y amable característico del pueblo venezolano.
El P. Alberto tuvo la ocasión de estar con una representación de ellos, los que viven en Palo Gordo, pues debido a la dificultad de las comunicaciones no hubo ocasión de poder llegar a los que viven en otras zonas del país. Fue un momento sencillo donde se pudo compartir la situación actual del grupo y de cada integrante del mismo, así como el cariño y las ganas de seguir viviendo el carisma oblato. En este encuentro se hizo patente la comunión espiritual con los laicos de España, a quienes agradecen la preocupación por ellos en la oración y el envío de medicinas, tan necesarias allí, haciendo realidad nuestra Constitución 39: «nuestras comunidades se distinguen por un espíritu de sencillez y de alegría. Compartiendo mutuamente lo que somos y lo que tenemos, hallaremos acogida y apoyo».
De vuelta a España, vía Panamá, regresó también el P. Vidal, quien lleva 26 años en la Misión. Viene para un merecido tiempo de descanso, de visita familiar -pues perdió a un hermano durante este tiempo- y de revisión médica. A sus 77 años, con ganas de volver si todo está bien. Gracias a los misioneros por su testimonio de vida y a los laicos de Venezuela por recordarnos siempre la importancia de la fe, a pesar de las dificultades que podamos encontrar en este mundo.
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