Doctores tiene la Iglesia...

 

Con esta frase que da título a nuestro compartir, «doctores tiene la Iglesia», solemos expresarnos para hablar de decisiones cuyas motivaciones se nos escapan. Pues bien, un nuevo doctor se une a ese número de personas de las que esperamos pongan a nuestro servicio el don de inteligencia recibido por el Señor, ayudándonos a acercarnos a él por caminos insospechados para nosotros.

Una de esas sendas, no desbrozadas todavía, es la inculturación del Evangelio en la religión tradicional Serer. Sobre ello versa la tesis de nuestro nuevo doctor, el P. Jean Marie Sene, primer oblato "español" que llega a este nivel académico desde la unificación de la Provincia Mediterránea.

La labor realizada por Abdu (es su nombre en el pueblo) ha sido muy meritoria. Cuando llega a España, en 2014, no lo hace para estudiar, sino para trabajar pastoralmente en nuestro Territorio (como lo llamamos a nivel provincial). Con el deseo de servir mejor a la misión, expresó su deseo de formarse más teológicamente, lo que le llevó a comenzar su andadura en la Facultad de teología de Granada.

Desde ese momento no ha dejado de compaginar trabajo y estudios, ya fuera como vicario parroquial y ecónomo de comunidad, en Málaga; como capellán del tanatorio y superior de comunidad en Valladolid; o acompañando, con dedicación, a los jóvenes oblatos en su primer viaje misionero a Senegal.  Signo de esta labor pastoral constante ha sido la presencia de amigos senegaleses (de Barcelona, Málaga y Segovia), de religiosas y laicos donde ha estado, e incluso de familiares de oblatos mayores, a los que siempre ha dispensado un cariño y respeto especial.

En nuestras Constituciones y Reglas, cuando se habla de la comunidad, se dice: «Nuestras comunidades se distinguen por un espíritu de sencillez y alegría. Compartiendo mutuamente lo que somos y lo que tenemos, hallaremos acogida y apoyo. Cada cual pondrá al servicio de todos sus dones de amistad y los talentos recibidos de Dios. Esta comunicación contribuirá a intensificar nuestra vida espiritual, nuestro desarrollo intelectual y nuestra actividad apostólica». La presencia de varios oblatos en este acto académico hizo vida esta regla, mostrando además, en un disertación sobre inculturación, el rostro internacional con el que el Señor embellece nuestra labor cotidiana.

Como mandan los cánones académicos, una vez realizada la exposición de media hora del doctorando, este ha de responder a las preguntas que el tribunal le haga. Nuestro hermano estuvo ducho en ambos momentos, valiéndole una nota final de nueve y medio sobre diez. Tuvimos que pasar unos minutos, que él vivió en soledad, hasta saber el veredicto. La alegría de los allí presentes, una vez conocido el resultado, se expresó con un caluroso aplauso, a lo que siguieron unas palabras de agradecimiento del nuevo doctor en teología, en las que pudimos observar que no había perdido su sencillez.

La teología o es misionera, o no sirve para nada. Y ayer se volvió a demostrar, tanto en la comida compartida, como en el café posterior, donde pudimos disfrutar de una bonita conversación entre culturas diferentes (en una misma mesa África, Asia y Europa). 

Ahora que regresa a su querida tierra para seguir siendo misionero, compaginándolo con tareas de formación, es el momento de agradecer a Jean Marie su presencia entre nosotros. Como familia oblata hemos sentido más cerca que nunca a nuestros hermanos de un continente tan cercano y, a la vez, tan desconocido por nosotros. Su forma de vivir la fe ha enriquecido la nuestra y nos ha abierto a otro modo de comprender y vivir el cristianismo.

¡No nos olvides! Nosotros nos comprometemos a tenerte siempre en nuestras oraciones. Y tampoco olvides lo que te dijo tu directo de tesis, Diego Molina (jesuita): tienes que seguir estudiando para mostrar a la Iglesia el don de una teología africana, siempre cerca de los más abandonados, como decía nuestro Fundador, san Eugenio de Mazenod.