Ir al contenido principal

Corramos, con constancia, en la carrera que nos toca...» (Hb 12, 1-2)


El atletismo como ejemplo de la vida cristiana es utilizado en la Sagrada Escritura en más de una ocasión. Si nos hemos decantado por esta cita de la carta a los Hebreos se debe al calificativo que lo acompaña: la constancia. Y es que esta virtud tan laudable es la que podemos empezar a otorgar a la carrera solidaria organizada por la parroquia de san Leandro (Aluche), convirtiéndose en una cita tradicional en primavera.


Muchos son los motivos para correrla. Algunos incluso aducen la longitud, pues seguramente es de las más cortas del circuito. Sin embargo, bromas a parte, todos tienen un motivo principal, como Enrique, el ganador de la categoría senior, quien nos dice que la corre «Porque es de mi parroquia, es solidaria y me lo paso genial con mi gente».


Otros veteranos en esta lid son Raquel y Gerardo, quienes comparten con nosotros: «
Correr esta carrera juntos es una cosa muy bonita. Simple lo hacemos juntos y nos gusta cruzar la meta de la mano. Siempre nos vamos esperando. Hemos corrido porque queremos colaborar con la misión de Venezuela».


Son dos ejemplos de la conocida frase, más fundamental si cabe en esta ocasión: «lo importante es participar». De esta forma se colabora y da visibilidad a un proyecto oblato y misionero. Por eso da igual quién gane cada año, ya que, como la lógica evangélica nos enseña «los últimos serán los primeros» y, en el fondo, corriendo por la misión ganamos todos. Ojalá este granito de arena sirva para la Casa de acogida P. Vidal impulsada por nuestros Misioneros Oblatos de María Inmaculada del otro lado del charco.


A los que corrieron y ayudaron a que se pudiera correr ¡¡¡¡GRACIAS!!!! Les animamos a seguir con su constancia con unas bonitas palabras de Haruki Murakami, corredor ilustre y premio Princesa de Asturias de las letras: «Los pensamientos que acuden mi mente cuando corro se parecen a las nubes del cielo. Nubes de diversas formas y tamaños. Nubes que vienen y se van. Pero el cielo siempre es el cielo. Las nubes son sólo meras invitadas. Algo que pasa de largo y se dispersa. Y sólo queda el cielo. El cielo es algo que, al tiempo que existe, no existe. Algo material y, a la vez, inmaterial. Y a nosotros no nos queda sino aceptar la existencia de ese inmenso recipiente tal cual es e intentar ir asimilándola»  


  

Comentarios