Carta de la Sup.General de las Oblatas por la fiesta de San Eugenio
El don del carisma” |
Una reflexión… El 21 de mayo celebramos los 150 años de la muerte del Fundador. Este hecho ha de provocar en nosotros una mirada de agradecimiento por la vida donada y ofrecida de Eugenio de Mazenod, que nos ha dejado una bellísima herencia. El origen de nuestro carisma se encuentra en el corazón de un hombre que se dejó tocar por la gracia de Dios, en un corazón que se conmovió ante las necesidades de salvación de los hombres y cuya única respuesta posible fue la de darlo todo por Aquel que le había amado de una manera única y total. La larga vida de Eugenio de Mazenod estuvo siempre marcada por un solo deseo: “Solo deseo una cosa: que se cumpla la Santa voluntad de Dios”[1] son palabras que pronunció pocas horas antes de morir. Toda su vida queda resumida en ellas. Eugenio de Mazenod está marcado por su propia historia personal, su vida, su carácter, su manera de ser, su forma de acercarse al misterio de Dios, su espiritualidad, su relación personal con Cristo… A lo largo de su vida el Espíritu Santo ha trabajado intensamente, hasta llevarle a una conversión profunda que le hace exclamar como a San Pablo “Por él lo perdí todo, y todo lo estimo basura con tal de ganar a Cristo y existir en él” (Cf. Flp. 3,8) |
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