“¡El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres!”
Como
si fuera ayer, sigue repitiéndose en nuestro corazón esta antífona
del Salmo 125. El 8 de septiembre celebramos que hace diez años
nació nuestro Instituto de las Misioneras Oblatas de María
Inmaculada. Muchos de vosotros seguro que recordáis la celebración
en la que las primeras Oblatas hacíamos nuestra profesión
religiosa. Fue para todos una celebración emocionante, donde se
reunían muchos sentimientos y expresiones de cariño y gratitud…
Las promesas de Dios siempre se cumplen, lo que Dios nos había
prometido y el deseo que había sembrado en nuestro corazón se hacía
realidad… ¡Somos Oblatas!
Acababa
de nacer una nueva Congregación religiosa en la Iglesia. Un joven
Instituto que tendría que dar sus primeros pasos, poco a poco ir
afianzándonos cada vez más en la llamada del Señor; construyendo
día a día la vida de nuestras comunidades; buscando en cada cosa,
en cada decisión, la voluntad de Dios; descubriendo las primeras
urgencias misioneras y acogiendo la llamada que Dios iba haciendo en
el corazón de otras jóvenes, que como nosotras querían abrazar la
vida religiosa viviendo el carisma oblato.
Recuerdo
las palabras con las que el Cardenal de Madrid comenzó su homilía
en la celebración de los votos: “Habéis
encontrado el Amor”, y
pasado el tiempo nos hemos quedado con El y en El. Es el Amor que nos
sigue llamando hoy, que debe ocupar el centro de nuestra vida y de
nuestra misión y el único al que tenemos que consagrar todas
nuestras energías, toda nuestra persona. Solo el Amor es el motor
que nos lleva a anunciar a los hombres y mujeres de nuestro tiempo
que son amados de Dios.
La
aprobación de la Iglesia nos dice a las Misioneras Oblatas de María
Inmaculada, que nuestras Constituciones y Reglas son un camino de
santidad, para nosotras y para todas aquellas a las que el Señor
llame a unirse a nuestro Instituto Religioso. Nuestra principal
misión es vivir profundamente el don de Dios con radicalidad, entrar
en su misterio y dejarnos hacer, como María, por la gracia del
Espíritu Santo.
Agradecidas
a Dios por el Don recibido, nos sentimos urgidas a poner nuestra mano
en la del Maestro y a seguir caminando ancladas en la Providencia,
que nunca defrauda.
Gracias
por vuestras oraciones por todas nosotras.
Marimar
Gómez
Misionera
Oblata de Mª Inmaculada
Muchas felicidades para el 10º aniversario y que este amor de Cristo que han encontrado nos siga llenando de su fuerza vital! P. Guillermo Steckling o.m.i.
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