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35° Capítulo General: un año más tarde

14/10/2011 
De Paolo Archiati, O.M.I., Vicario General

Hace un año terminaba nuestro último Capítulo General, en un ambiente de alegría y fraternidad por el trabajo realizado, por el nuevo Superior General y por su Consejo, por las perspectivas positivas que la Congregación ha tenido mirando hacia su futuro.

¿Qué queda de dicha experiencia un año más tarde?



La palabra síntesis alrededor de la cual tuvo lugar el evento capitular y sobre la cual toda la familia oblata se ha puesto a trabajar es, sin duda, la palabra conversión. ¡Es el primer documento de un Capítulo que tenga una sola palabra como título! Una palabra alrededor de la cual hayamos tal vez tenido algunos problemas para encontrarnos como Oblatos, pero que poco a poco nos involucra e une: una palabra que nos sigue hablando e inspira, invitándonos a ir más profundamente para acoger los desafíos que nuestra vida y misión nos ofrecen en el día de hoy.


La imagen bíblica con la que termina la carta capitular continua a acompañarnos: es la de los discípulos de Emaús que se reúnen para recorrer el camino solos, desanimados y decepcionados porque su mundo se ha hecho añicos. Dos discípulos a los que se une un vagabundo, peregrino como ellos, que con su palabra enciende sus corazones hasta el momento en que lo reconocen; él ya se ha ido pero ellos se encuentran con un nuevo coraje, el de volver a sus vidas con una nueva visión de las cosas, con una nueva esperanza y con un nuevo dinamismo.


“Este capítulo general – se lee en el último párrafo de la carta – ha sido un camino hacia Emaús. Hemos considerado nuestros mundos crucificados, encontrado el Cristo resucitado en nuestro camino, y ahora dejamos este lugar con el corazón que arde con una nueva visión, una nueva esperanza, un nuevo dinamismo”. Esto es, en síntesis, el mensaje y la esperanza que el Capítulo ha querido otorgar a toda la Congregación.


Conversión. Para traducir esta palabra en una apelación concreta y viable, el Capítulo nos ha propuesto cinco áreas en las que nos pidió profundizar, a partir de nuestro compromiso como discípulos de Cristo decididos a seguirlo y a formar una comunidad alrededor de él.


¿Cuál es el corazón de la comunidad oblata? Con esta pregunta, tan antigüa como la nueva Congregación, pero aún así siempre nueva, nos han ofrecido el primer ámbito de trabajo y conversión. 

El segundo es el de nuestra misión, centrada en la persona de Cristo y que tiene como objetivo llevar el Evangelio a los pobres; esta misión se encuentra hoy en día a enfrentar uno de los retos más importantes de nuestro tiempo, la de sobrepasar los varios obstáculos que siguen aumentando entre individuos, entre pueblos y entre culturas. 

El servicio de la autoridad es un ámbito de conversión que afecta a todos los Oblatos, dentro y fuera de los límites de la comunidad a la que pertenece; estamos siendo llamados a vivir este servicio con coraje y alegría, y teniendo en cuenta los cambios que tienen lugar en nuestra familia hoy en día. 

También la formación, inicial y permanente, es otro lugar de conversión, que aboga por una nueva calidad; profundamente enraizada en Cristo y animada por el carisma oblato, estará abierta a las necesidades de la comunidad y de la misión; según la constitución 47, la formación nos involucra en una continua conversión al Evangelio y nos pide que estemos dispuestos a aprender y cambiar para enfrentar nuevos desafíos.


Reunidos en torno a la enseñanza de los apóstoles y la fracción del pan, la primera comunidad cristiana tenía un sólo corazón y una sola alma. Este ideal de vida ha fascinado San Eugenio, que ha querido transmitirlo a sus oblatos desde el principio. 

La comunión de bienes en nuestra familia es un requisito previo para la comunión de los espíritus y corazones. Incluso en nuestros bienes terrenales estamos siendo llamados a ser administradores fieles y humildes, y esto requiere un cambio de mentalidad que nos puede llevar gradualmente de la independencia a la interdependencia y finalmente a la comunión.

 
Conversión. Un año después del capítulo nos encontramos en camino para continuar a vivir este mensaje y esta llamada. Todas las unidades oblatas se han dedicado, en diversas maneras y según cada una de sus situaciones concretas, para responder a esta llamada del Espíritu. Esto nos hará crecer y nos mantendrá unidos, a pesar de la fragmentación que experimentamos en nuestro mundo en los distintos niveles. En el gobierno central, al final de nuestra tercera sesión plenaria, tenemos la impresión de que el Espíritu esté ya trabajando en cada uno de nosotros y en toda la familia. Esperamos continuar juntos y dejarnos guiar.

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