Nació en Gema del Vino (Zamora) el 11 de Febrero de 1911. Ingresó en el juniorado de Urnieta en 1923. Hizo el Noviciado en Las Arenas y emitió los primeros votos en 1929.
Cursó los estudios eclesiásticos en Pozuelo y fue ordenado sacerdote el 23 de Febrero de 1936. Sobrevivió a la tragedia del Escolasticado en la guerra y logró pasar a la zona nacional en Junio de 1938.
En años sucesivos tuvo variedad de destinos: Profesor en el juniorado en Villa Pakea, profesor y ecónomo en Pozuelo, superior y director del colegio de Hernani, ministerio en Madrid, primer superior del juniorado de El Abrojo, superior de la casa de Madrid, superior y maestro de novicios en Hernani, provincial de España y misionero en California hasta su muerte.
Destacó el P. Leal por su abnegación, su entrega y su fidelidad. Fue un hombre bueno a carta cabal, sociable, cordial, alegro, trabajador intafigable, metódico, sensible y muy responsable. En el cargo de Provincial, tras la inquietud que suscitó el Concilio Vaticano II, se vio desbordado y cayó en una depresión nerviosa. El P. General aceptó su renuncia.
Liberado de la responsabilidad, recuperó la normalidad y salió para la Parroquia de Santa Rosa en San Fernando donde, en poco tiempo, se hizo querer por su amabilidad y su entrega. Para adaltarse empezó a estudiar inglés y quiso aprender a conducir.
No logró superarse de un infarto y falleció plácidamente el 17 de Octubre de 1968, a los 57 años.
Cursó los estudios eclesiásticos en Pozuelo y fue ordenado sacerdote el 23 de Febrero de 1936. Sobrevivió a la tragedia del Escolasticado en la guerra y logró pasar a la zona nacional en Junio de 1938.
En años sucesivos tuvo variedad de destinos: Profesor en el juniorado en Villa Pakea, profesor y ecónomo en Pozuelo, superior y director del colegio de Hernani, ministerio en Madrid, primer superior del juniorado de El Abrojo, superior de la casa de Madrid, superior y maestro de novicios en Hernani, provincial de España y misionero en California hasta su muerte.
Destacó el P. Leal por su abnegación, su entrega y su fidelidad. Fue un hombre bueno a carta cabal, sociable, cordial, alegro, trabajador intafigable, metódico, sensible y muy responsable. En el cargo de Provincial, tras la inquietud que suscitó el Concilio Vaticano II, se vio desbordado y cayó en una depresión nerviosa. El P. General aceptó su renuncia.
Liberado de la responsabilidad, recuperó la normalidad y salió para la Parroquia de Santa Rosa en San Fernando donde, en poco tiempo, se hizo querer por su amabilidad y su entrega. Para adaltarse empezó a estudiar inglés y quiso aprender a conducir.
No logró superarse de un infarto y falleció plácidamente el 17 de Octubre de 1968, a los 57 años.
Comentarios
Publicar un comentario