Historias misioneras en tiempo de pandemia (VI)

LA FAMILIA CRECE EN TIEMPO DE PANDEMIA


No han sido tiempos fáciles tampoco para la familia cristiana de Dajla, antigua Villacisneros, donde los Misioneros Oblatos tenemos una misión. Digo “tampoco” porque sin duda muchos podrán decir lo mismo. Aquí, en Dajla, nuestros feligreses han vivido tiempos ciertamente difíciles… como si de una larga “pasión” se tratara. También aquí ha golpeado fuerte la crisis económica con el cierre de hoteles, restaurantes, fábricas y frigoríficos de pescado… Nuestros feligreses, -nuestros hermanos y hermanas en Cristo- son migrantes, llegados para trabajar, ahorrar dinero y partir… si es posible hacia las Islas Canarias. Con el aumento de casos de la COVID19 la economía se ha resentido terriblemente, y el primero en sufrir el golpe ha sido el eslabón más débil: los pobres de los pobres, los migrantes.


La Pascua pasada los Oblatos no pudimos hacernos presentes. Estuvimos confinados en Laayoune, a 535 km. Sufrimos nosotros por no poder estar con ellos. Y sufrieron sin duda ellos por no poder reunirse y celebrar su fe con nosotros en la iglesia. Y es que en Dajla, los cristianos somos una familia. Una vez más, muchos podrán decir… “pero nosotros también”. ¡Por supuesto! ¡Y alabado sea el Señor! Pero aquí, en Dajla, nuestros hermanos y hermanas están solos. Sus familias están a miles de kilómetros. Viven “hacinados” en sus casas, sin apenas intimidad, tres, cuatro… siete en una misma habitación… Es terrible… no sentirte “en casa” ahí donde vives… curiosamente, y es algo muy hermoso, se sienten en familia en la iglesia. Ese es uno de nuestros propósitos: que sientan la parroquia (templo) como su casa y la iglesia (comunidad) como su familia.

Así, los meses de confinamiento han sido para ellos un tiempo de auténtico y duro aislamiento. Por un lado estaban sin trabajo… y como viven al día, un día sin trabajo es un día sin dinero… ¿cómo pagar el “alquiler” de la parte de habitación que les toca, la comida, etc.? Al principio les prohibían salir a la calle… ¡imposible! ¿Cómo mantienes a 14-20 personas en apenas 60 m2? Hasta rezar se les hace difícil… ¿cómo encontrar calma y silencio en medio de tanto jaleo? Intentamos paliar las distancias y la “ausencia” como todos… con nuestra oración, nuestros mensajes de aliento y esperanza.


Este año gracias a Dios hemos podido hacernos presentes. Es cierto que se mantiene un confinamiento a partir de las 21:00 h. -¡el miércoles santo lo adelantaron a las 20:00 h a causa de la aparición de la temible “cepa británica”!- y que seguimos con las consabidas restricciones de aforo, distanciación, uso de geles y máscaras… pero ¡Hemos podido celebrar la Semana Santa! Además, ¡la familia ha aumentado!

Haciendo “malabarismos pastorales” tratamos de ofrecer una formación y preparación a los sacramentos de iniciación cristiana para algunos de nuestros feligreses que así nos lo piden. 

En condiciones normales esto llevaría 2-3 años… aquí tratamos de hacerlo en menos de un año. Pocos de nuestros feligreses “aguantan” en Dajla más de un año… Y este domingo de Pascua el Señor nos ha regalado a dos nuevas hermanas: Juliette, la más “menudita” recibió bautismo, confirmación y primera comunión. Petula, bautizada en una iglesia evangélica, fue admitida a la plena comunión de la Iglesia Católica y recibió luego la confirmación y su primera comunión. ¡Un regalo del Espíritu! ¡La familia aumenta! 

La alegría era indescriptible. Apenas “podían” contenerse quietos en sus sitios… necesitaban cantar, celebrar, orar, alabar… la “rigidez” de las medidas que impone la COVID19 no nos gustan a ninguno… aunque lo llevemos con paciencia y alegría. Pero de vez en cuando, como el “corcho” que sale disparado… simplemente la alegría se desborda… 

¡Amen! ¡Aleluya! Hoy hemos vivido una gran alegría. ¡Este es el día que hizo el Señor! ¡Sea nuestra alegría y nuestro Gozo! No, no es fácil contener al Espíritu Santo. Tampoco en tiempos de pandemia.


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