Cada ocho de diciembre, nuestra querida Congregación celebra con solemnidad, sencillez y alegría el día de la Inmaculada concepción de María, nuestra Patrona, como nos recuerda nuestra Constitución número 10.
En un ambiente de familia, desde nuestra Casa Provincial hasta nuestras Misiones, los oblatos de la Provincia Mediterránea hemos festejado y renovado nuestra consagración religiosa, ofreciendo a Dios mediante nuestra Madre María nuestra vida y nuestros esfuerzos por extender el Evangelio.
Rodeados por tantos laicos que nos estiman y colaboran con nosotros, hemos compartido un año más, como Familia Oblata, nuestra especial devoción a esta advocación mariana.
Y lo hemos hecho en un contexto especial, cuando se cumplen diez años de la beatificación de los Mártires Oblatos de España, acontecimiento que celebraremos el próximo 18 de diciembre en el camposanto de Paracuellos del Jarama.
Damos gracias a Dios por habernos regalado esta hermosa vocación que nos une en comunidades cada vez más internacionales, pero movidas por un mismo espíritu misionero. Espíritu que alienta siempre nuestro Superior General, el P. Louis Lougen, con una estimulante carta de la que, este año, destacamos dos párrafos para dejarle la palabra también aquí, en nuestro Territorio español.
«Este día de fiesta es una ocasión para agradecer a toda la familia oblata su dedicación y sus creativas iniciativas en medio de la pandemia. Ustedes han estado sirviendo de manera valiente en situaciones muy dificiles, ofreciendo el consuelo de la fe y la fuerza de los sacramentos a aquellos que habian estado afligidos por el virus Covid y a sus familias. Los esfuerzos que hicieron para encontrar vias para mantener conectada a la gente, apoyarlos y dolerse con ellos cuando perdieron a sus seres queridos, han sido una autèntica expresión de la audacia de san Eugenio y de su entrañable corazón.»
«Junto al consuelo espiritual también se han dado ustedes mismos para facilitar alimentos, medicinas, màscaras, guantes, jabón, gel sanitario, etc., a aquellos que no tenian acceso a estos productos. Ustedes estuvieron disponibles para organizar y trasportar a los que necesitaban llegar al hospital, a la iglesia, a los médicos, etc. Ustedes cocinaron alimentos para otros y han servido buena comida con un carinoso cuidado. Esto ha sido un testimonio enorme de valentia, solidaridad y caridad. [Felicitaciones y muchas gracias!» (P. Louis Lougen).
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