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El P. Javier Montero Infantes, nuevo Provincial

 


El pasado sábado, día 8 de junio, fue la instalación como Provincial del P. Javier Montero Infantes. Se produce así el traspaso de un superior a otro, después de que el P. Genaro Rossato haya desempeñado este servicio durante seis años, desde el 2018. Le agradecemos su entrega durante este tiempo y rezamos por nuestro nuevo superior mayor.


En nuestras Constituciones y Reglas podemos leer las siguientes palabras de san Eugenio de Mazenod:«Que los Provinciales tengan siempre presente la importancia del cargo que se les ha confiado... Velen por la fidelidad a la Regla. Modelos de sus subordinados, sobre todo en obediencia y caridad, apoyen a los Superiores con benevolencia, presten ayuda a sus súbditos con bondad, amen a todos con afecto sincero, para que en el campo que les es confiado el Reino de Cristo avance con más rapidez».  


Esto es lo que pedimos especialmente al Señor durante la Eucaristía en la que nuestro hermano Javier recibió este encargo de nuestro Superior General, el P. Luis Ignacio Rois Alonso (Chicho). Aunque no tenga un carácter sacramental, este ministerio entre los hermanos va acompañado de una oración especial junto a otros sencillos ritos que, a pesar de tener un carácter jurídico, expresan un espíritu de fondo.


Nos referimos a la lectura del decreto -realizada por el P. Alberto Gnemmi, quien también fue Provincial de la Mediterránea-, por el cual el Superior General en consejo nombra a un miembro de la Provincia como Superior Provincial por tres años; e, igualmente, a la proclamación del credo por parte del candidato. De esta forma se visibiliza que no es un poder aislado, sino un servicio compartido, al mismo tiempo que se recuerda el objetivo principal de dicho ministerio: ayudar a vivir y a extender la fe en Cristo.


En su homilía, el P. Chicho hizo referencia a la festividad celebrada en ese día: el Inmaculado corazón de María, exhortando a Javi a recibir a Cristo en su interior, como ella lo hizo; a salir al encuentro de sus hermanos, como la Virgen visitó a su prima Isabel; y, por último, a ayudar a que Jesús crezca en la vida de todos aquellos que hemos sido confiados a su cuidado fraterno, recordando el episodio de el niño perdido y hallado en el templo.


No faltó el momento de acción de gracias durante el que, con su habitual sencillez y alegría, Javi nos dirigió sus primeras palabras como Provincial. ¡Mucho ánimo hermano! Dios te bendiga y acompañe en esta hermosa y difícil tarea que comienzas. Para expresar este buen deseo, utilizamos unas hermosas palabras del jesuita Michel De Certeau: «La empresa es temeraria, pero no más que las locuras discretas que conducen a través del tiempo: el amor, la aventura científica o la invención poética de las cosas. Es la locura que se fragmenta en la cotidianidad de la vida y que suscita, renueva o desplaza las razones de cada trabajo. Hoy en día, los "votos" no son más que una marca, aunque comprometan el porvenir. Con esta promesa ocurre lo mismo que lo que el Evangelio nos dice de Simeón: ese "anciano" viene de muy lejos, de una espera mucho más antigua que él. Sale de la noche de una esperanza milenaria cuando descubre al niño, pero esa llegada es un comienzo, el término feliz de un progreso que encuentra su realización con una nueva partida. Ese día de profesión solemne se inscribe también en la larga historia que cambia. Es una marca sobre el tiempo, con el color de una fiesta. En verdad, esa huella presente de una confesión de fe designa algo que se nos sigue escapando: un deseo incurable, irreductible. Alternativamente, nos atrevemos o no nos atrevemos ya a confesar la ambición desmesurada de ese deseo; sabemos o no sabemos ya decir bien su nombre propio. Pero queda la oración que siempre se puede repetir: "Que jamás sea separado de ti"».







 


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