UN SACERDOTE DA SU VIDA Y SU LIBERTAD POR LA IGLESIA SUFRIENTE
El seminarista Eugenio reflexiona sobre el significado del sacerdocio en una Iglesia abandonada.
…El número de seminaristas ha aumentado considerablemente este año. Creo que nos acercamos al centenar. Entre ellos, contamos con un señor Polaco, de mi edad, el mayor de una familia inmensamente rica; su padre tiene 24.000 vasallos o esclavos. La religión está un poco consolada del abandono, o por hablar más exactamente, del horror con el que lo que se llama la buena sociedad huye su santuario, cuando algunos individuos que independientemente del carácter de ministro de Jesucristo pueden imponer por su educación y su nacimiento, vienen a colocarse bajo sus banderas abandonadas.
No siente pues, mi querida madre, envidia, de esta pobre Iglesia tan atrozmente abandonada, despreciada, pisoteada y que, a pesar de todo, nos ha amamantado a todos en Jesucristo, por el homenaje que dos o tres individuos en toda Francia (entre los cuales tengo la dicha de hallarme) quieran hacerle obsequio de su libertad y de su vida. ¿Y por qué va a querer que yo retrase por más tiempo el compromiso de consagrar a la Esposa de Jesucristo que este divino Maestro formó derramando toda su sangre, todos los instantes de esta vida que yo he recibido para entregarle precisamente a la mayor gloria de Dios?
Carta a la Senora de Mazenod, el 29 de junio 1808, E.O XIV n.61
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