ORANDO POR Y CON LA COMUNIDAD DEL CIELO
Como
en todas las comunidades oblatas del mundo también en Roma
mantenemos la santa tradición de celebrar la Eucaristía por los
oblatos que entregaron su vida y que formaron parte de nuestras
comunidades. Y lo hacemos trasladándonos al cementerio de Campo
Verano, al lado de la Basílica de San Lorenzo Extramuros, un
cementerio enorme en el que están enterrados ilustres italianos.
La
Eucaristía se celebra en nuestra capilla, rodeados de los nichos
donde reposan los restos de una buena parte de nuestra historia.
Como dijo el P. Fabio Ciardi en su homilía, obispos como Monselor
Allard (fundador de la misión en Sudáfrica) o Monseñor Dontenwill,
que también fue superior general. Asistentes, Procuradores y
Postuladores Generales. Ilustres profesores junto con oblatos
sacerdotes, hermanos y escolásticos que sirvieron a la Congregación
desde Roma.
Entre
ellos también está el hermano español Pedro Fraile que sirvió en
la casa general. Precisamente donde está enterrado buscaba mi lugar
junto con el hermano D’Orazio, nuestro decano con 91 años, que
mantiene un sentido del humor y con alegría sirvió como memoria
viva de todos los padres que él conoció y enterró en los últimos
más de 60 años de presencia en esta casa.
P.
Ciardi nos dijo que son 63 los oblatos que han sido enterrados en
este cementerio. Nos recordaba también la famosa carta del Fundador
al P. Courtes escrita en 1828: “Tenemos cuatro en el cielo; ya es
una hermosa comunidad. Son las primeras piedras, las piedras
fundamentales del edificio que debe construirse en la Jerusalén
celeste; están ante Dios con el signo o carácter distintivo de
nuestra Sociedad: los votos comunes a todos sus miembros y la
práctica de las mismas virtudes. Estamos unidos a ellos por los
lazos de una caridad especial; siguen siendo nuestros hermanos y
nosotros somos sus hermanos; viven en nuestra casa-madre, en nuestra
capital; sus oraciones y el amor que siguen teniéndonos, nos
arrastrarán un día hacia ellos. Para morar con ellos en el lugar de
nuestro descanso. Presiento que nuestra comunidad de arriba debe
estar muy cerca de nuestra Patrona; los veo al lado de María
Inmaculada, y por tanto, muy cerca de Jesucristo, a quien siguieron
en la tierra y a quien contemplan con delicia…”
Inevitable
acoger el recuerdo de tantos oblatos que se han cruzado en mi vida y
que me han dejado su pequeña herencia. Quisiera dejarme llevar por
esa esperanza que expresan tan bien las palabras del Fundador:
“estamos unidos a ellos por una caridad especial… y sus oraciones
y el amor que siguen teniéndonos, nos arrastrarán un día hacia
ellos” cuando nuestro peregrinar en esta vida se termine y sea
cumplida nuestra misión en esta tierra.
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