Carreteras sinuosas y conflictos étnicos (11/07/2012) Paraguay
Se dice que el nombre de Paraguay significa “agua
que fluye hacia el mar”. El término proviene del guaraní e indica las dos
secciones de la tierra y el río que fluye entre ellas, dividiendo en dos al
país más pequeño de Sudamérica. Paraguay es tan grande como la combinación de Alemania
y Suiza pero tiene solamente 6,3 millones de habitantes.
Sin embargo, no son las carreteras sinuosas
lo que preocupa a Monseñor Alfert, sino los conflictos sociales y étnicos de la
región. Desde 1927, los menonitas de habla alemana han comenzado a moverse dentro
del Gran Chaco desde Canadá y luego desde Rusia, cultivando la tierra. Durante
muchas décadas, la comunidad protestante ha determinado el destino de la
región, carente de cualquier infraestructura, mientras mantenía una influencia
considerable que sigue aún al día de hoy.
Al igual que en otras áreas de Paraguay, también
en el Gran Chaco, la población indígena, los guaraníes, fue derrocado y
exiliado. Desde entonces, la situación jurídica de los indígenas ha mejorado,
pero las tensiones sociales no se han superado por completo. Ahora los
menonitas son también mucho más abiertos hacia la iglesia católica.
“Los indígenas deberían poder desempeñar un
rol activo en la sociedad”, dice Monseñor Alfert, “y ellos desean contribuir más
que con simple folclore”. Dos de los cuatro sacerdotes del vicariato de
Pilcomayo son ellos mismos indígenas, los primeros sacerdotes guaraní del país.
Hay otros seis sacerdotes que pertenecen a diferentes órdenes religiosas y ocho
seminaristas, uno de los cuales pertenece a la etnia Nivaclé. El vicariato no
tiene su propio seminario, y por lo tanto, la formación de los futuros
sacerdotes se realiza en el Seminario Nacional que tiene dos lugares: el primer
nivel de estudios se desarrolla en Caacupé y los últimos años en Asunción. El
costo por estudiante es de aproximadamente unos 200 euros.
Para ayudar a encontrar fondos para la
formación de los sacerdotes y una buena variedad de otros proyectos pastorales,
el vicariato depende totalmente de la ayuda externa; en los últimos AIS (Aiuto alla Chiesa che soffre – Ayuda para la
iglesia que sufre) ha financiado diferentes proyectos incluyendo la
construcción de la parroquia de San Eugenio de Mazenod y la publicación de 10
mil biblias para niños, traducidas al Nivaclé.
Un proyecto que está además esperando la
aprobación es el que se basa en la construcción de algunos edificios para ser
usados como espacios para el ministerio o para albergar las oficinas del
vicariato de Pilcomayo. En este momento, Monseñor Alfert no tiene ni siquiera
su propia casa, aunque vive en una habitación en una de las casas de la
congregación. Para llegar a su oficina – situada en el medio de un campamento
militar – tiene que realizar un largo viaje en coche todos los días. (www.acs-italia.org)
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