Adviento: "Porta fidei" para encontrar a Belén
Comunicado del P. Provincial
Queridos
hermanos Oblatos y Laicos Asociados,
Os escribo en el día de la solemnidad de Cristo Rey, en
un momento de pausa de la sesión de formación para los nuevos Superiores
Mayores de la Congregación, que estoy viviendo, en la Casa General, junto con
los padres Gennaro Rosato e Ismael García, Vicarios de nuestra Provincia, y con
el padre Bruno Favero, Superior de la Delegación de Senegal-Guinea Bissau.
La liturgia de hoy es formidable para repensar el año
Litúrgico que está concluyendo, invitándonos a meditar sobre el camino
recorrido, sin olvidarnos de dejarnos juzgar por el Evangelio que nos interpela
sobre cómo hemos vivido la fe, o sea, nuestra relación con el Señor Jesús y con
cuanto Él ha puesto en nuestra vida de cada día.
Pero estoy convencido de que, también para vosotros, esta
solemnidad, más que hacernos mirar hacia atrás, empuja el alma a dirigir la
mirada hacia delante, a ponernos a la espera del nuevo Año Litúrgico para
contemplar la "Puerta de la fe” que se nos abre sobre los
"Misterios" que el Adviento encierra y anuncia, ayudándonos a hacer
auténtica nuestra vida cristiana. Una vida cristiana, consagrada o laical, que
debe ser "bella y buena", como lo es la que el Adviento proclama al
presentarnos a la Mujer humilde y pura de Nazaret e, introduciéndonos en el
tiempo litúrgico de la Navidad, haciéndonos vislumbrar la inocencia del Niño de
Belén, la humanidad de su familia y la sencillez de vida de todos los que, como
protagonistas, constituyen el mundo encantado del Pesebre, desde los sencillos
pastores hasta los doctos magos.
Qué la liturgia del Adviento, penetrada de la Palabra de
Dios, nos conduzca a Belén para contemplar el rostro de "Aquel Niño"
que nos presenta la imagen de Dios, su bondad, su deseo de hacerse conocer para
ser reconocido como el “Dios con nosotros y por nosotros."
Dejémonos, pues, conducirnos a Belén con "mucho
gusto" para ver la Vida, frágil pero inocente, para contemplar un
acontecimiento histórico, pero sobrenatural. Vamos a Belén para dejarnos
asombrar, una vez más, por todo lo que Dios hace por nosotros, para hacernos
humanizar por el Bien que emana de una
gruta que quedará para siempre como el lugar más creíble para entender el
regalo de la paz. Vamos a Belén para aprender, como decía Pablo VI, qué
significa vivir y como se vive, aprovechando una mirada furtiva para confiarnos
y confiar, hasta osando hacer una plegaria para entregar, al misterio de aquel
nacimiento, la suerte del mundo y la entera creación, que necesitan, ayer como
hoy, de salvación del mal. ¡Vamos a Belén! Vamos a ver cuán grande y bello es el
misterio de la fe cristiana y así poder decir: "¡Uno de nosotros es
Dios!".
Espero que en cada comunidad oblata, en cada familia, sea
preparado un belén y que se convierta en un "lugar santo", dónde,
cada día, quedarse en recogimiento aunque sea por pocos instantes; para escuchar
en silencio los sentimientos más verdaderos de nuestra alma, a lo mejor
alcanzando alguna esperanza, intuyendo que Dios es Providencia y que hace
maravillas inesperadas. Tal vez: pararse delante del Belén para hacer un poco
de oración, también para disculparse, no sólo a Aquel Niño, por no saber darse
tiempo para observar el cielo, dónde las estrellas, compañeras de aquel Cometa,
no paran de anunciar que Dios existe y que no nos es hostil; más bien, que
quiere hacerse compañero de viaje de nuestra existencia.
Todavía, propongo, al menos dónde sea posible, que los días
de fiesta, durante el Adviento y el tiempo navideño, sean vividos en comunidad,
compartiendo momentos de oración, de alegre hermandad, de relax y de diversión,
evitando fugas individuales para privilegiar la familia carnal o la invitación
de amigos acogedores. La conciencia de ser llamados al ministerio pastoral en
las comunidades creyentes, que se hacen numerosas durante los tiempos fuertes
del año Litúrgico tal como el empeño en experimentar un fructuoso recorrido de
fe, viviendo comunitariamente la oración y las celebraciones litúrgicas, miden
el índice de satisfacción acerca de nuestra voluntad de construir una real vida
de familia, donde "todo es en común”, porque somos hermanos por la vocación
recibida y el carisma compartido.
Buen Adviento a todos, junto a Aquella que, por haber
creído, se ha hecho "Palabra acogida y Palabra devuelta", como se
expresaba el cardenal Eduardo Pironio hablando de María, puerta insustituible
para permitirle a Dios "hacerse uno
con y por nosotros." Ella, Inmaculada Concepción, estrella del pesebre, incomparable
protagonista en Belén en revelar el rostro de Dios.
Frascati, a 25 de noviembre de 2012
Solemnidad
de Cristo Rey
En J.C. et M.I.
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