Ahora sí que
estamos con un pie en el estribo. No tenemos caballos pero los autobuses han
comenzado el viaje de unas tres horas y media hacia Aparecida. Algunos voluntarios
salieron antes, otros lo hacemos a las 06.00 de la mañana. Los otros peregrinos
lo hacen según van aterrizando en el aeropuerto de Sao Paolo. Todos llegaremos
al Santuario antes de las 20.30, momento en que comenzará la celebración de
apertura de las Jornadas Oblatas de la Juventud (JOMI). Entre brasileños y los
que vienen de 26 países diferentes seremos unos 1200 participantes. Entre ellos
unos 200 jóvenes voluntarios que han tenido el regalo de compartir vida y fe
con las comunidades de la Parroquia S. Eugenio de Mazenod.
Las familias que acogían a los voluntarios lloraban de emoción en la última celebración de despedida. ¿Qué había pasado? En los pocos días de convivencia se había producido, una vez más, el milagro del amor cristiano. Por encima de diferencias de lengua, razas,
nacionalidades, edades, condición social… se producía la comunión que realiza el Espíritu. Como leemos en uno de los primeros escritos cristianos, recogidos de toda raza y cultura, igual que el grano está esparcido en el campo, el rocío de Espíritu nos une para formar el pan de Cristo, el Cuerpo de Cristo, el nuevo pan de misericordia para la vida de los pobres.
Dos momentos
quisiera resaltar de las Jornadas de Voluntarios. El primero fue la Eucaristía
con el Obispo Diocesano de Campolimpo, nuestra Diócesis de acogida. Allí nos
unimos a otros peregrinos, entre ellos los españoles de los grupos organizados
por la Conferencia Episcopal con el arzobispo de Toledo y los Obispos de
Solsona y San Sebastián a la cabeza. Una Eucaristía con mucho ritmo. Aquí la
música va a ritmo endiablado mezclando fe, rock, pop y otros a las oraciones y
momentos litúrgicos sin ningún pudor. Yo observaba a los Obispos que dignamente…
aguantaban. Los jóvenes danzaban, cantaban, gritaban y… también oraban. Sí,
saben hacer silencio y rezar cuando callan, cuando cantan y cuando bailan. Como
juventud oblata tuvieron participación en distintos momentos de la liturgia
vivida con mucha energía. Y sabemos que fueron “jóvenes oblatos” los motores
organizadores de esta Eucaristía en la que había otros grupos de cuatro
continentes.
Pasan los kilómetros.
Pensamos en los peregrinos franceses que perdieron ayer su vida en Guayana y en sus familias. Rezamos por todos ellos y también para que el Señor
proteja al resto de los peregrinos que estamos en ruta. Un Padre de Brasil me
dijo, ¿qué querrá decirnos el Señor con todo esto que nos acontece? Nuestra
Señora de Aparecida nos ayudará a encontrar la respuesta.
Por cierto, ¿sabéis la bella historia de Nuestra Señora de Aparecida? No seáis
perezosos y buscadlo, que yo no os lo puedo contar todo.
Chicho, omi
¡Increíble su comentario! ¡Parabienes!.
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