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La familia oblata colabora con los refugiados

 


«Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón». Así comienza la constitución pastoral del Concilio Vaticano II, Gaudium et pes que se está haciendo realidad estos días en la familia oblata de España.


Debido a la invasión de Ucrania, son miles de familias las que salen de aquel querido país. La ayuda de todo el Territorio español está llegando a través de la Procura, donde se llevan recogidos más de 30.000 euros destinados a la ayuda humanitaria sobre el terreno, mediante los oblatos polacos y ucranianos.


Unido a ello, esta semana, la familia oblata de Pozuelo ha colaborado activamente en la acogida de 50 personas de Ucrania, quienes han sido recibidos en nuestra casa de Emaús.

En colaboración con la ONG «Rescate», estas personas han podido disfrutar unos días de la tan ansiada paz, mientras recibían apoyo psicológico y se les buscaba una familia de acogida donde poder continuar con su vida en nuestro país.

Cada uno ha aportado sus dones para hacerles estos días llevaderos, con el objetivo de que se sintieran, en la medida de lo posible, como en casa. 

Es hermoso comprobar cómo, para el Espíritu no hay barreras, ni de idiomas ni de culturas, pues todo lo verdaderamente humano se entiende con gestos y cariño. Esta realidad tan dura que han vivido nuestros hermanos nos recuerda, un día tan significativo como el de hoy, la Encarnación del Señor, que en cierto modo él se encarno en todo hombre (GS 22). Esta verdad de nuestra fe nos mueve, como oblatos, a seguir entregándonos, especialmente a los más abandonados, como nos pedía nuestro Fundador san Eugenio de Mazenod.










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