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Un misionero centenario

 


En un momento histórico cargado de malas noticias, algunos pequeños resquicios nos dan un aliento para la esperanza. Dios actúa siempre en lo cotidiano y en lo sencillo, recordándonos a través de personas concretas que sigue cuidando de nosotros con su amor de Padre. Esta semana nos lo ha traído a la memoria el 102 cumpleaños del P. Olegario Domínguez, Misionero Oblato de María Inmaculada quien lleva cuarenta dos años de entrega en Paraguay.


Querido y respetado por su humildad, cercanía, inteligencia y dedicación, el P. Olegario ha trabajado tanto en la formación de nuevos misioneros, como en la pastoral con las personas más necesitadas. Desde hace unos años decidió no regresar a España de vacaciones, pues su deseo es terminar su vida en la misión que tanto le apasionó siempre, cuando en los años sesenta fomentaba la misionología en la Facultad de Teología del Norte (Burgos).

  

En el P. Olegario se hace realidad la frase atribuida al escritor Eduardo Galeano: “Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo". Esto es lo que hacen los oblatos en tantos lugares del mundo, ahora que de un modo especial nos fijamos en Ucrania. Que estos ejemplos nos ayuden a mantener la fe en la misericordia de Dios que san Eugenio de Mazenod quería extender por el mundo al fundar la Congregación. 

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