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Los oblatos en Ucrania, siempre cerca de la gente


Los Misioneros Oblatos empezamos nuestra misión en Ucrania en el año 1989. Somos una Delegación y pertenecemos a la Provincia de Polonia. Actualmente estamos presentes en distintas ciudades. En Kíev: tenemos allí dos comunidades: una se dedica al trabajo pastoral en una parroquia de “San Nicolás” y otra se dedica a la evangelización a través de los Medios de la Comunicación en la Televisión Católica EWTN. Son dos comunidades con tres oblatos en cada una. Actualmente solo la comunidad de San Nicolás permanece en Kíev, y se ocupa de la atención espiritual de los más necesitados, de la distribución de los alimentos, de los medicamentos y de los objetos de la primera necesidad. La comunidad que trabaja en los Medias de la Comunicación se ha trasladado a Tyvriv y desde allí sigue retransmitiendo las Misas diarias, las oraciones, las Misas de papa Francisco. Tyvriv cerca de Vinytsia, es una pequeña ciudad donde estamos en un ex convento franciscano y actualmente es un Santuario de la Virgen María de Tyvriv. En este convento los oblatos en estos días de guerra, han llegado de acoger a la vez cerca de 100 refugiados. Cada día ellos acogen, unas 25-30 personas que están de paso hacia Polonia. Les ofrecen la comida, el descanso, el aseo, las medicinas, la ropa para los niños, para las mujeres, sobre todo les ofrecen atención espiritual. 

En Chernihiv, tenemos dos Oblatos y estamos en la parroquia de “La Venida del Espíritu Santo”. Es la ciudad que está cerca de la frontera con Rusia. Y es la que desde hace días está en el asedio del ejército ruso y está bombardeada fuertemente. Desde hace dos días se ha perdido el contacto con los dos oblatos que viven y trabajan allí. Lo que sabemos, que habían acogido algunas familias con los niños e intentaban ayudarlas como podían, con el refugio, con la comida, con la ropa.  En la ciudad de Hnivan (cerca de Vinnitsa 25 km), están tres oblatos en el Santuario de "San José”, en estos días ellos acogen a los pobres y a los necesitados, ofreciéndoles comida, medicamentos y atención espiritual. 

Una pequeña ciudad, Rokytne cerca de la frontera con Polonia y con Bielorrusia, estamos en una parroquia de “Santa Tersa del Niño Jesús”. Ciudad de Slavutych, estamos en la parroquia de “San Eugenio de Mazenod y de los Ángeles Custodios”. Dos oblatos que están allí trabajan sobre todo con los universitarios extranjeros y los ucranianos. En la ciudad de Obukhiv (está cerca de Kiev unos 40 km) allí  se encuentra la Casa de la Delegación de los Oblatos de Ucrania ,con el prenoviciado, la parroquia de la “Santísima Trinidad” y la Casa de la Espiritualidad de ”Beato José Gerard”. Allí los oblatos antes de la guerra acogían unas 30 personas pobres y compartían con ellos su almuerzo diariamente, actualmente tienen la casa abierta para los prófugos y para los necesitados .En esta casa viven 5 oblatos, el  Superior de la Delegación P. Vitalij Podolian OMI, el ecónomo de la Delegación, el párroco, un formador del prenoviciado  y responsable de la casa de la espiritualidad.  

Estamos también  en la ciudad de Lviv (Leópolis) está a 120 km de la frontera con Polonia, allí están dos oblatos en la parroquia de “Santa María de Magdalena”. Actualmente son los que están atendiendo a los prófugos de la guerra, se ocupan de llevarlos a la frontera y de las necesidades básicas ayudando sobre todo a las mujeres con los niños. Estamos también en Crimea en la ciudad de Yevpatoria. Es un territorio ocupado por Rusia, donde viven actualmente dos oblatos, quienes trabajan con los católicos de esta ciudad y de sus alrededores.

Todos estos oblatos están viviendo el lema de nuestra congregación, «siempre cerca de la gente» de un modo muy especial, pues muchos de ellos son de Polonia y se han quedado con aquellos pobres a los que han sido enviados. Son para nosotros un testimonio vivo del prefacio que escribiera san Eugenio hace más de doscientos años: «Deben renunciarse completamente a sí mismos, sin más miras que la gloria de Dios, el bien de la Iglesia y la edificación y salvación de las almas. Deben renovarse sin cesar en el espíritu de su vocación, vivir en estado habitual de abnegación, y con el empeño constante de alcanzar la perfección. Deben trabajar sin descanso por hacerse humildes, mansos, obedientes, amantes de la pobreza, penitentes y mortificados, despegados del mundo y de la familia, abrasados de celo, dispuestos a sacrificar bienes, talentos, descanso, la propia persona y vida por amor de Jesucristo, servicio de la Iglesia y santificación de sus hermanos; y luego, con firme confianza en Dios, entrar en la lid y luchar hasta la muerte por la mayor gloria de su Nombre santísimo y adorable». 



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