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Bienaventurados los hermanos inacabados...


Durante la primera semana del mes de junio tuvo lugar el retiro anual de nuestra Misión del Sáhara, que nuestros hermanos realizaron en Tazert, un pueblo cercano a Marrakech donde hay una casa de espiritualidad regentada por una Congregación llamada Hermanas de san Francisco de Asís.


Son muchos los símbolos que sea unen este desconocido lugar llamado Casa de la Visitación, donde hace muchos años un franciscano apellidado Poissonier quiso imitar a San Carlos de Foucauld en su deseo de oración y de encuentro con los hermanos musulmanes.


La Visitación tiene para nuestros hermanos cristianos del norte de África una significación especial. En el encuentro narrado por san Lucas, entre la Virgen María y su prima Isabel, reconocen de un modo especial la misión a la que son llamados como Iglesia en un mundo donde la religión predominante es el Islam. Como María, los cristianos llevan dentro al Señor y se aproximan con sencillez y espíritu de servicio. A su vez, reconocen que también ellos han de recibir una palabra de bendición y tienen algo que aprender, como ocurrió cuando Isabel alabó la actitud de su prima al ir a verla a la montaña. 


Para abundar en esta espiritualidad, nuestros hermanos escogieron la figura de Carlos de Foucauld, canonizado este año y que representa de un modo especial este deseo de la Iglesia en su encuentro con el Islam. El P. Rolando, misionero javieriano, fue el encargado de guiarles a través de la vida de este santo quien se deja ver como alguien inacabado, como un hermano que muestra con sinceridad sus dificultades para vivir sus proyectos, modo en el que Dios lleva a cabo su obra del modo paradójico enseñado por Jesús en las bienaventuranzas.


En este hermoso contexto tuvo lugar la instalación del P. Chicho como superior de la comunidad de la Misión del Sáhara para un segundo trienio. Aprovechando la presencia del vicario provincial, a quienes nuestros hermanos acogieron fraternamente para realizar el retiro con ellos, tuvo lugar este sencillo acto que marca la vida de nuestras comunidades, pues el Señor siempre nos anima y acompaña a través de mediaciones cotidianas, como es la presencia de quienes nos rodean y animan en nuestro día a día.


    Han sido, realmente, unos días de gracia, en los que el Señor ha derramado su Espíritu en este oasis en medio del desierto. Un incentivo para vivir la enseñanza del Papa Francisco en la Gaudete et exultate, donde nos dice: «ojalá puedas reconocer cuál es esa palabra, ese mensaje de Jesús que Dios quiere decir al mundo con tu vida. Déjate transformar, déjate renovar por el Espíritu, para que eso sea posible, y así tu preciosa misión no se malogrará. El Señor la cumplirá también en medio de tus errores y malos momentos, con tal que no abandones el camino del amor y estés siempre abierto a su acción sobrenatural que purifica e ilumina» (GS 24). Que san eugenio de Mazenod y san Carlos Borromeo nos ayuden a ello con su ejemplo.




 

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