Los santos de la puerta de al lado...
Con esta expresión nos recordaba el Papa Francisco una idea de santidad que en ocasiones olvidamos, al escribir en el número 7 de la Gaudete et exultate: «me gusta ver la santidad en el pueblo de Dios paciente: a los padres que crían con tanto amor a sus hijos, en esos hombres y mujeres que trabajan para llevar el pan a su casa, en los enfermos, en las religiosas ancianas que siguen sonriendo. En esta constancia para seguir adelante día a día, veo la santidad de la Iglesia militante. Esa es muchas veces la santidad «de la puerta de al lado», de aquellos que viven cerca de nosotros y son un reflejo de la presencia de Dios».
Esta enseñanza encaja como anillo en dedo en la última etapa de la vida del P. Francisco García Pintado, Misionero Oblato de María Inmaculada desde el año 1958. Todos los que tuvimos la suerte de conocerle y compartir con él los últimos años de su vida, donde la enfermedad le limitó muchas de sus capacidades, incluida el habla, no dejamos de disfrutar de su sonrisa, asombrándonos de la paciencia con la que sobrellevaba su cruz. Así, sin hablar, era un signo vivo de la presencia de Dios entre nosotros.
Apasionado de la música (como corresponde a alguien nacido el día de Santa Cecilia), del deporte (especialmente del fútbol y del tenis), así como del cine (ha visto infinidad de películas con sus auriculares y su ordenador), ha dejado un testimonio de bondad y mansedumbre, en los muchos lugares donde desarrolló su misión, que siempre permanecerá en nuestros corazones. ¡Gracias Pintado! (Así te conocíamos familiarmente). Deseamos que ya estés gozando de la compañía de nuestros hermanos oblatos de la comunidad del cielo.
Hermoso testimonio dejado por este SANTO SACERDOTE.,
ResponderEliminarCualquier palabra o cosa que podamos decir de Pintado se nos queda corta. Era simple y llanamente una persona BUENA, un sacerdote Oblato EJEMPLAR, la HUMILDAD PERSONIFICADA, la verdadera SONRISA. En resumen, un ÁNGEL del que todos estos años hemos podido disfrutar y que debe volver al cielo donde siempre perteneció. GRACIAS SEÑOR POR EL REGALO QUE NOS HICISTE DE ÉL TODOS ESTOS AÑOS.
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