Road to Lisbon!


En la era post-covid hemos ido recuperando muchas buenas costumbres y, gracias a Dios, este año se ha podido realizar nuevamente la Jornada Mundial de la Juventud. Esta vez, el Papa Francisco la ha convocado en Lisboa, y hacia allí se dirigen nuestros intrépidos jóvenes oblatos.


Entre las buenas costumbres mencionadas estaba la PreJMJ OMI. Siempre que el Papa convoca, la juventud cercana al carisma de san Eugenio de Mazenod se une para conocerse, celebrar y prepararse se un modo especial para un acontecimiento tan significativo. Al no haber presencia de la Congregación en Portugal -¿ocasión para fundar?- no ha podido hacerse este encuentro a nivel global. 


Sin embargo, la Provincia Mediterránea sí ha querido tener este momento uniendo a jóvenes de España y de Italia en Pozuelo de Alarcón. Además, hemos tenido la suerte de que nos acompañara en estos días nuestro Superior General, Chicho, junto a otros oblatos de la Administración general, y Gennaro, nuestro Provincial.


Ha habido tiempo para rezar, tanto en Pacuellos, donde se dejaron inspirar por el ejemplo de los mártires oblatos de España, jóvenes como ellos y modelo de entrega, hasta nuestra Casa Martirial, donde el monumento sirvió de escenario para una emocionante vigilia y una participada Eucaristía.


No faltaron, por supuesto, los momentos de dispersión y de baile, donde se expresa la viveza juvenil.


En resumen, una hermosa experiencia y un regalo de Dios, que predispone el corazón para acoger todo lo que les quiera decir a través el Santo Padre en Portugal. A ello colaboró la presencia sencilla y cercana del Superior general, junto a su siempre incisiva y provocadora palabra, que pudieron escuchar tanto en la catequesis como en la Eucaristía dominical.


La fiesta conclusiva, con barbacoa incluida, dejó un buen regusto a todo el mundo. En las caras y en el ambiente se podían percibir los versos del poema País, de Benjamín Prado: «Mi país lo visitan en un año normal alrededor de cien millones de extranjeros y muy pocos se marchan sin ganas de volver [...] Mi hermoso país se llama España y es la capital de la alegría». 


Esperamos que vuelvan todos ellos, pero sobre todo, que regresen con la alegría del Espíritu, esa que tanto necesitamos por estos lares y de la que hablaba san Eugenio a Tempier en la carta donde comenzó todo: «nos está esperando la felicidad en esta Sociedad que tendrá un solo corazón y una sola alma».



  

 







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