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Colaboradores para anunciar y actuar la salvación.


«Tu agregaste a los Apóstoles colaboradores en el ministerio para anunciar y actuar la salvación». Así reza la oración por la que el pasado sábado 30 de septiembre, en la ciudad de Cosenza fue ordenado Ivan Garro, de manos de Mons. Giovanni Checchinato, obispo de es diócesis del sur de Italia.


Siguiendo la tradición de nuestra Provincia Mediterránea, la noche previa a este evento la familia oblata se citó en la iglesia de santo Domingo, administrada por nuestra Congregación, para celebrar una vigilia de oración en la que tuvimos ocasión de dar gracias a Dios y de pedir por nuestro hermano.



Con su habitual sencillez, Ivan compartió con los allí presentes sus pensamientos mediante la imagen de una mano abierta, por la que se recibe y pasa el Espíritu para llegar a todos. Así interpretaba el su historia vocacional, deseando seguir siendo ese cauce privilegiado por el que la salvación pueda llegar a todos los que se crucen en su camino a lo largo de su vida.


También destacó, sirviéndose de las palabras del profeta Isaías, su sentirse pequeño y, a la vez, precioso ante Dios, quien le ha elegido por pura gracia. Junto a él, todos tomamos conciencia de que la misión que nos encarga el Señor supera nuestra capacidad. No somos llamados porque seamos buenos. Si somos capaces de bondad es porque somos llamados por Él.


En una bella homilía, por donde pasaron desde Franco Batiatto, de quien citó la frase «en ciertas miradas se entrevé el infinito», hasta el teólogo luterano Dietrich Bonhoeffer, mediante el que recordó que «en la Iglesia tenemos un solo altar, no tenemos otro altar para adorar. Quien pretende construir otro altar se aleja de Dios», Mons. Giovanni quiso consignar tres enseñanzas a Ivan para el resto de us vida: en primer lugar, vivir del exceso y la gratuidad; en segundo lugar,  ser hombres de paz, no "balconear", recordando que paz es el contrario de seguridad, pues significa confiarse a la voluntad de Dios -toda la paz dentro de ti y los que están alrededor encontrarán paz-; en tercer lugar el perdón que, según dijo, caracteriza al Evangelio más que otra cosa, al ser el resumen de la vida de Jesús. Jesús no entrega un poder mediante el perdón, que ha desacralizado, sino que invita a perdonar como estilo de vida. Es una característica propia de nuestro seguimiento de Cristo. Por eso, terminó afirmando: «¡qué ridículos somos cuando sometemos el perdón a nuestras reglas y qué anti-evangélicos cuando no lo vivimos con gratuidad!»


Todos estos dones fueron implorados mediante el gesto de la imposición de manos, que no solo realiza el obispo, sino todos los presbíteros que asistan a la celebración, como signo de la ayuda fraterna, pues el sacerdote no es un lobo solitario, sino que pertenece a un orden, con el que compartirá penas y alegrías, tristezas y esperanzas. Esta ayuda fraterna también queda simbolizada por el abrazo con el que se recibe al nuevo ordenado una vez revestido con la casulla, símbolo de su nueva condición en la comunidad cristiana.


En el caso de nuestro hermano, a ese apoyo sacerdotal se le unió una bendición especial del Papa Francisco y, por supuesto, la de la familia oblata, representada por el Provincial, el P. Gennaro Rosato, quien al final de la ceremonia tomó la palabra para agradecer la presencia de tantos amigos, entre los que cabe destacar a un grupo de Rumanía, donde Ivan realizó su año de experiencia misionera.


Todos estos gestos, unidos al tradicional besamanos por el que todos, como Pueblo de Dios, agradecemos los dones que recibiremos mediante las manos ungidas con el crisma, son el modo de expresar lo que verbaliza el himno del Liverpool: «nunca caminarás solo». Es esta una verdad de la que, cada vez, somos más conscientes en la Iglesia y el mundo actual.


Para hacer vida esta realidad, todos los que habían asistido a la ceremonia por la mañana volvieron a unirse por la tarde en la iglesia de santo Domingo, donde la comunidad local agasajó a los presentes con un sustancioso ágape que fue una buena excusa para estrechar los lazos de fraternidad como deseaba el Fundador: «entre vosotros la caridad».



Y ahora, querido Ivan, queda la segunda parte: «y fuera el celo por la salvación de las almas». Todos los que le han conocido como joven estudiante de física, en la universidad de Cosenza, dieron testimonio de este deseo misionero que siempre le caracterizó, junto a su permanente sonrisa. También lo destacó en su homilía el P. Carmine Marrone, quien como se hacía antaño en España, predicó en la primera misa de Ivan.


¡Gracias, hermano, por tu sí! ¡Qué la felicidad que experimentaste en este día se prolongue a lo largo de tu camino, ahora en la comunidad de Cagliari, después donde el Señor te envíe! Que nuestra Madre Inmaculada, a quien tanta devoción profesas, te ayude a experimentar lo que ella misma vivió y expresó en el Magnificat: «se alegra mi espíritu en Dios mi salvador, porque ha mirado la humildad de su sierva».













  

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