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El entrante y el saliente coinciden, esta vez

 


El nombramiento de un superior de comunidad es realizado por el Provincial con su consejo. Una vez realizado, un sencillo rito de instalación es necesario para que dicho nombramiento sea efectivo. Para ello, el Provincial puede delegar en otro oblato, tal y como sucedió en Pozuelo el pasado jueves cinco de noviembre, donde el P. Juan Manuel Álvarez Fernández fue el encargado de instalar al P. Alberto Ruiz González.


Este rito tiene lugar en un ambiente de oración, habitualmente con el rezo de alguna Hora Litúrgica. Después, el que ha sido nombrado superior de la comunidad local hace la profesión de fe públicamente, puesto que su ministerio es animar la vida espiritual de aquellos que le son encomendados a su cuidado.


Acto seguido, el delegado lee en voz alta los decretos de nombramiento y un secretario, en este caso el P. Alberto Costa Feito, atestigua con su firma que el encargo hecho por el Provincial se ha llevado a cabo. En este caso hubo más testigos, pues algunos laicos que suelen participar de la oración comunitaria los jueves estuvieron presentes y rezaron por el nuevo superior.


Pero en este caso el nuevo y el antiguo coinciden, pues el P. Alberto Ruiz comienza su segundo trienio en este servicio. El rito prevé que puedan hablar el superior entrante y el saliente. El P. Alberto, expresando con humor que aún no tiene doble personalidad, leyó a los presentes unas palabras del P. Fernand Jetté que traemos aquí a colación: «Amar a las personas tal como son, amarlas con sus glorias y sus miserias, amarlas en todos los países y lugares, en todas las condiciones de vida, amarlas aún más si son pobres, y más si están solas y abandonadas. Amar a las personas como Dios las ama, es también querer su bien, su bien terrenal, su salud, su desarrollo, la mejora de su entorno humano. Pero más que eso, y a través de todo eso, amar como Dios ama es querer que todas las personas entren plenamente en la familia de Dios con Cristo y con nosotros, que tomen plena conciencia de su dignidad de hijos e hijas de Dios, y que tengan vida eterna». Pedimos al Señor que pueda hacerlas realidad en este ministerio al que dio comienzo el día de las témporas, día en el que imploramos a Dios que bendiga nuestras empresas y proyectos.










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