Una espera solidaria en Pozuelo
Hace tiempo que teníamos ganas de organizar una actividad misionera antes de la Navidad. Con los cambios en la comunidad Oblata, todo pareció quedar suspendido, había que respetar los tiempos internos, esperar. Retomado el trabajo de la Procura y elegido el proyecto misionero de ayuda a la infancia en el Sáhara, nos pusimos a pensar en qué podíamos hacer para animar a la misión en la comunidad de Emaús en Pozuelo.
Llegó el Adviento.
Sin apenas días, decidimos montar un pequeño mercadillo y nos pusimos a buscar donaciones. Sabíamos que esta primera vez era precipitado pero también que de la actividad saldrían cosas buenas, con la ayuda del Señor.
Llegaron las ayudas y en dos días decoramos la sala Reina Sofía y organizamos los objetos recibidos, en distintos puestos, lo que nos permitió abrir las mañanas del 14 y el 15 de diciembre hasta la hora de comer.
El mercadillo quedó precioso, el árbol que nos recuerda el amor del Señor y el misterio de la Navidad, con el pesebre a sus pies, presidían la sala. No queríamos olvidarnos de lo importante, de por qué hacemos las cosas, de que seguimos la luz de la estrella que nos conduce a la humilde cuna de nuestro Salvador, de que el corazón de ese Niño es lo que mueve nuestro corazón hacia los niños migrantes del Sáhara para ofrecerles esperanza.
Una vez más la Providencia nos trajo lo necesario: ilusión, creatividad, fuerza, ganas de trabajar unidos. Unos donaron objetos para poner a la venta, otros cargaron cajas, algunos cocinaron, atendieron los puestos, muchos lo visitaron y se llevaron regalos... en un ambiente fraterno y muy alegre. Una vez más, entre todos, lo hemos hecho posible. Y creo que nos hemos preparado mejor para la venida de Jesús, haciendo apostolado en comunidad, como Él nos quiere, trabajando unidos para construir su Reino de Amor en este mundo. Creo que no queda nada más que dar gracias al Señor. Y a todos.
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