Historias misioneras en tiempo de pandemia (II)


Una Plaza nueva y una muerte. Experiencias de la Misión.



Hace bastante calor en la plaza, son las 2 de la tarde. Todavía hay pintura fresca en los muros y hay algunos obreros pintando de amarillo los bordes de las aceras. Bajo la sombra del inmenso árbol estoy con un grupo de parroquianos, esperando la llegada del alcalde para bendecir la plaza y la imagen de la Virgen del Carmen, la patrona de la parroquia, que ocupa el lugar principal en la plaza recién remodelada. Todo el que entre o salga de nuestro barrio llamado “La Soublette” va a ver a esta estatua de la Virgen del Carmen. 

El Sol sigue inclemente, tras una hora y media de espera, que aprovecho para saludar a la gente que se acerca, llega el alcalde con su comitiva. Lo acompaña “Nicolasito”, así lo llama todo el mundo, es el hijo de Nicolas Maduro, y candidato para diputado. Llegan en sus camionetas rutilantes, último modelo, junto con su cohorte de motorizados y guardaespaldas. Visten con sus ropas caras e importadas, zapatos brillantes y sus relojes inmensos. El alcalde, José Luis es buena persona, es católico practicante, y ha ayudado a los comedores de Cáritas de la Diócesis, pero no deja de ser político. 

De Nicolasito, mejor no hablar, su único mérito es ser hijo del presidente, un hijo de papá… Hago una pequeña oración ante el micrófono, hay sonido para el evento, y bendigo la imagen de la Virgen del Carmen. La gente aplaude, sobre todo el grupo de parroquianos y al que se ha unido muchos transeúntes, que se han quedado, al ver llegar a la comitiva. Me retiro a un lado de la plaza, mientras oigo hablar al alcalde, pero me voy yendo del lugar, ya que estamos en campaña electoral. Coge el micrófono Nicolasito, ya estoy lejos, al igual que el padre no sabe hablar. 

Una semana después, me llama una persona de Cáritas: “¡Padre, se murió el esposo de la señora Carmen!”

- ¿De qué se murió? - respondo- ¿Estaba enfermo?

-No padre, fue de un infarto, bajó a buscar agua se cayó en la plaza, aparentemente estaba bien de salud. Le llevaron al Hospitalito, allí falleció.

El señor Germán, este es su nombre, de 68 años, bajó a comprar agua. En nuestra parroquia el agua del grifo, (cuando nos llega, porque puede suceder que durante varias semanas no llegue, en algunas zonas llevan meses sin agua,) no es potable. Al llegar a la nueva plaza le dio un infarto y cayó al suelo. A unos 25 metros, está el Hospitalito, que es el principal centro de salud para todo el barrio, algunas personas caritativas lo llevaron allá. Pero el Hospitalito carece de todo: no hay jeringuillas, tú las tienes que comprar, no hay tensiómetro, tú lo tienes que llevar, no hay por supuesto, electroshock ni medicinas para atender un infarto. Allí falleció a los pocos minutos el sr. Germán. 


Cuando fui a visitar a su esposa, la señora Carmen, la encontré bastante serena. ¡Su esposo, se había despedido de ella en la mañana y una hora después ya estaba muerto! Tras hablar un rato con ella, me dijo con lágrimas en los ojos. – Padre, lo que más dolor me da, es que mi esposo murió sólo, no pudimos acompañarlo en su muerte. Mientras la consolaba y le daba ánimos a Carmen, no podía dejar de pensar en que, si en el Hospitalito, hubieran habido medios adecuados, el señor Germán, a lo mejor hubiera sobrevivido y pudiera estar junto a su esposa. Y me daba cólera el recordar toda la parafernalia gastada para la plaza nueva, y ver que, para lo más vital, para la salud, no había dinero ni inversión. 

Esto es una tragedia: el principal centro atención sanitaria de toda la zona, no tiene nada. Antes hacían muchas pruebas rápidas del coronavirus, ahora no las hacen. Ahora todo está centrado en las elecciones del día 6 de diciembre. Ahora tenemos flexibilización, todo el mundo puede salir a la calle, con su mascarilla, para comprar y buscar cosas. La gente puede estar en a las playas, hay eventos y partidos de beisbol con público. Parece que la enfermedad el COVID19 está controlada. Pero no es cierto, no hay test, no se hacen y no sabemos cuántos enfermos hay de coronavirus. Y además, como ya vimos, no hay casi nada en los centros de salud públicos. 

Cada vez que entro y salgo de mi barrio veo dos cosas: a un lado la plaza, pintada y renovada, con la imagen de la Virgen del Carmen y al otro lado el Hospitalito, donde si acudes enfermo no hay casi nada. Y rezo a la Virgen del Carmen, para que nos proteja en esta pandemia, porque nuestros gobernantes prefieren tener sus coches y objeto de lujo, antes que preocuparse de la salud de la gente.

José Manuel Cicuéndez OMI

Comentarios

  1. Una cronica bella pero tragica. Me ha llamado la atencion el contraste bien traido y bien explicado. En cierta medida los misioneros que estamos en este lado del charco os vemo como soldados valientes, trabajando en la viña del Señor. Aqui estamos preocupados en otras cosas, entre ellas la eutanasia, que esta ya aprobada y pronto , posiblemente antes de navidad la tendremos ya entre nosotros. Alli protegeis la vida, la defendeis, aunque el anuncio debe ser acompañado de la denuncia (para el que sepa leer ve el contraste.). Un saludo y animo, jabatos.!!!

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