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Oración vocacional mes de diciembre




Dios-con-nosotros

No faltan en nuestros días anuncios que nos hablan de la Navidad, las calles se adornan con luces y bonitos escaparates, y parecen no faltar motivos para festejar o para mostrarnos alegres. Suenan villancicos. La Navidad está en la calle y eso es siempre motivo de alegría, aunque este año con la pandemia va a ser una Navidad muy diferente.

También es motivo de alegría orar desde la Navidad. Profundizar en el misterio de la encarnación de Dios como parte del plan de Dios para el mundo y para cada uno de nosotros. Dios nace para cada uno desde la fragilidad, siendo esperanza y yendo a lo esencial. Es Dios-con-nosotros.

Se nota que estamos de espera, que algo viene, algo nuevo, algo bonito que nos une. Aún estamos en el tiempo de Adviento, a la espera de Jesús. 

El Papa Francisco nos dice que el Belén es como un Evangelio vivo, que surge de las páginas de la Sagrada Escritura. La contemplación de la escena de la Navidad, nos invita a ponernos en camino, atraídos por la humanidad de Aquel que se ha hecho hombre para encontrar a cada hombre. Y descubrimos que él nos ama hasta el punto de unirse a nosotros, para que también nosotros podamos unirnos a Él. En fin, que llega Navidad y con ella el recuerdo de que Jesús, nace y está entre nosotros y nos sigue llamando...


Un Dios que se hace frágil

Estando ellos allí, le llegó la hora del parto y dio a luz a su hijo primogénito. Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no habían encontrado sitio en la posada. (Lc. 2, 6-7)

La historia nos habla de cómo parece que la vida le negaba a Jesús un sitio en  el mundo, como si nadie (salvo sus padres) quisiera que naciera. Todo eran  dificultades: desde el viaje de unos seis días de una embarazada, hasta un padrón que llenó las posadas de Belén. Fuera como fuere; sin embargo,  desde la fe, lo contemplamos como una opción de Dios: la salvación del  mundo nacida en un sucio y escondido pesebre. 

Una opción por la fragilidad. Ese niño frágil que llora, como cualquier persona  en su vida; que tirita de noche, que estira sus brazos demandando cariño. Y que ríe si se siente arropado, mimado y querido. No es un Dios que elige serlo desde la seguridad, desde la altura; sino desde la fragilidad a la que nos enfrentamos cada uno. No hay fragilidad por la que Dios mismo no haya  pasado.

Ante el anuncio del Ángel, que le pedía que fuera la madre de Dios, María respondió con obediencia plena y total. Sus palabras: “He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según su palabra”, son para todos nosotros el testimonio de abandono en la fe a la voluntad de Dios. Con aquel “si, María se convertirá en la madre del Hijo de Dios.

Vemos en ella a la Madre de Dios que no tiene a su Hijo sólo para sí misma, sino que pide a todos que obedezcan a su palabra y la pongan en práctica. Por eso nos preparamos para el nacimiento de Jesús. Por eso también: renovamos el compromiso con la misión que se nos confía.

Junto a María, en actitud de protección del Niño y de su madre, está san José. Por lo general, se presenta con el bastón en la mano y, a veces, también sosteniendo una lámpara. San José juega un papel muy importante en la vida de Jesús y de María. Él es el custodio que nunca se cansa de proteger a su familia. 

El corazón del pesebre comienza a palpitar cuando, en Navidad, colocamos la imagen del Niño Jesús. Dios se presenta así, en un niño, para ser recibido en nuestros brazos. En la debilidad en la fragilidad esconde su poder que todo lo crea y transforma. Parece imposible, pero es así: en Jesús, Dios ha sido un niño y en esta condición ha querido revelar la grandeza de su amor, que se manifiesta en la sonrisa y en el tender sus manos hacia todos.

Reflexión

* Dios se hace frágil. ¿Cuáles son las fragilidades de nuestros días? ¿Dónde nacería Dios hoy? ¿Cómo me  posiciono ante ese posible escenario actual del nacimiento de Jesús?


San Eugenio.-

Al igual que José y María buscaban posada para que naciera Jesús, San Eugenio captaba desde el principio que una comunidad apostólica como la que él anhelaba necesitaba de un hogar donde podría renovar sus fuerzas y espiritualmente hablando cargar sus pilas. Con tal fin quiso comprar el antiguo monasterio de Minim Friars a un lado de Aix. Pero no tuvo éxito. Algo apenado, escribió a su amigo, Forbin Jansen: “Las monjas del Sagrado Corazón por alguna trampa me lo han quitado”.

Después pensó en comprar la mayor parte del exconvento de las hermanas Carmelitas, construido entre 1695 y 1701 y ubicado de la Avenida Cours Mirabeau, a un minuto del palacete donde él había nacido. Se ofrecía con la capilla privada de las hermanas unida a una iglesia pública, sin que esta última figurara en el precio de la compra. La iglesia del pueblo estaba en tal malas condiciones que Eugenio comentó: “Llueve tanto adentro del edificio como en la calle”. Se había convertido en un santuario de la diosa Razón durante la revolución y posteriormente servía como posada para los cirqueros y otros viajeros de pocos recursos. Posterior a su compra de parte de Eugenio de Mazenod, se conoció como la Iglesia de la Misión, un nombre que mantiene hasta el día de hoy. Después de la caída de Napoleón, la Confraternidad de jóvenes era el primer grupo que la usaba.

Durante los primeros cinco meses, el cuarto de Eugenio fue un pasillo angosto.

La comunidad estaba en su luna de miel, el primer fervor de la vida en común coloreaba todo. Los malestares se olvidaban con una sonrisa o broma. Más tarde, escribiría el Fundador de los Oblatos: “Le puedo asegurar que nunca perdimos nuestro buen humor; al contrario, porque el nuevo estilo de vivir contrastaba tanto con lo que habíamos dejado”.

Así reunidos en el nombre de Jesucristo, y formando una sola comunidad formal, los miembros de esta nueva y pequeña familia religiosa entraron en retiro con el fin de prepararse mediante la oración y la meditación para el trabajo de las Misiones en Provenza.


PRECES 

ï  Tú, que por la Encarnación quisiste abrir el horizonte de la vida familiar a la plenitud de tu amor, - acepta el amor de las familias como terreno fecundo en el que broten las vocaciones a los diversos estados de la vida cristiana. 

ï  Guarda, Señor, a todos los Misioneros Oblatos, 

- y haz que su fidelidad y ejemplo sirvan de testimonio y llamada para muchos jóvenes. 


ï  Pastor bueno, que congregas a tu grey en medio del mundo, 

- suscita en nuestras presencias evangelizadoras generosas vocaciones. 


ï  Tú, que quisiste estar cerca de los pequeños, 

- conserva a nuestros niños y jóvenes en tu amistad para que sientan nacer la vocación a la vida misionera y la sigan con docilidad. 


ï  Tú, que eres el sol que ilumina y da vida, 

- despierta en muchos jóvenes la vocación al servicio evangelizador y misionero. 


ï  Manda, Señor, trabajadores a tu mies, 

- para que tu nombre sea conocido, amado, servido y alabado en el mundo.


ORACIÓN

Señor, Dios nuestro, haz que el clamor de tu voz llegue a muchos; que se levanten y vivan unidos a ti. Prepara sus corazones con tu Palabra, de modo que se dispongan a evangelizar a los pobres, y a cuidar de tu mies abundante. Señor, que todos los llamados a la vida oblata, escuchen tu voz y puedan cumplir tu voluntad. Amén


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