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Historias misioneras en tiempos de pandemia (V)

 


Justo antes de celebrar el misterio de nuestra fe durante la Semana Santa, el Señor nos ha regalado, por sorpresa, la presencia en la comunidad de Pozuelo de Nicholas J Harding, Misionero Oblato estadounidense destinado a nuestra Misión de Cuba. De este modo nos ha dado oportunidad de hacer vida nuestra Regla 39b, que reza del siguiente modo: "se mostrarán acogedoras con los Oblatos de paso y especialmente con los misioneros que vuelven, temporal o definitivamente, a su Provincia de origen".

El P. Nicholas, a sus setenta años de edad, y después de diversas experiencias misioneras, tanto en Estados Unidos, como en México y Perú, debía haber llegado a La Habana el sábado 20 de marzo. Al haber recibido obediencia, había solicitado un visado para religiosos, pero en el aeropuerto de Barajas no aceptaron la copia que llevaba. ¿Por qué viajar desde Estados Unidos a La Habana por España? Buena pregunta. La realidad es que la pandemia nos ha cambiado la vida y, a veces, los caminos más directos no son tan transitables como desearíamos.

Sin embargo, este rodeo ha sido ocasión para un hermoso compartir fraterno. El sábado 20 de marzo, como hemos dicho, a eso de las cuatro de la tarde, la comunidad de Pozuelo recibió una llamada de un oblato desconocido en nuestra Provincia que estaba en el aeropuerto y necesitaba acogida. En seguida, uno de los miembros de la comunidad fue a recogerle y, a partir de ahí, se generó un encuentro fraterno enriquecedor.

Hemos compartido experiencias e ideas. Hemos podido conocer mejor la Provincia de Estados Unidos y la Misión de Cuba. Y, sobre todo, hemos compartido la alegría de vivir el testamento del Fundador: entre vosotros la caridad.

La simpatía y el ánimo del P. Nicholas son realmente contagiosos. No perdió la sonrisa ni en la cola del consulado, ni al hacerse una nueva prueba PCR para poder embarcar en el avión. Al final, ha tenido que entrar en Cuba mediante un visado de turista, pero ha conseguido llegar a su destino.

Le deseamos una feliz misión. Allí le espera una comunidad internacional formada por oblatos de otras partes del mundo, desde Asia a América Latina. Gracias P. Nicholas por su testimonio, por seguir haciendo vida el Prefacio: "Deben renovarse sin cesar en el espíritu de su vocación, vivir en estado habitual de abnegación, y con el empeño constante de alcanzar la perfección. Deben trabajar sin descanso por hacerse humildes, mansos, obedientes, amantes de la pobreza, penitentes y mortificados, despegados del mundo y de la familia, abrasados de celo, dispuestos a sacrificar bienes, talentos, descanso, la propia persona y vida por amor de Jesucristo, servicio de la Iglesia y santificación de sus hermanos; y luego, con firme confianza en Dios, entrar en la lid y luchar hasta la muerte por la mayor gloria de su Nombre santísimo y adorable".

Le tendremos presente en nuestras oraciones.

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