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Oración vocacional de noviembre

 LOS OBLATOS DEBEN ESTAR DISPUESTOS A DAR LA VIDA 








En este mes de noviembre no podemos olvidarnos de nuestros hermanos oblatos que fueron martirizados por defender la fe, por no negar en ningún momento a Jesucristo. 

Llama la atención que la mayoría de ellos eran jóvenes que decidieron seguir las huellas de Jesús dentro del carisma de san Eugenio, en la congregación de los misioneros oblatos de María Inmaculada. Eran jóvenes que se estaban formando para la misión pero el Señor les tenía preparada una misión aún más importante y era la de dar la propia vida por seguirle a Él.

“¿Qué han de hacer los hombres apostólicos que desean seguir las huellas de Cristo? 

- Deben trabajar seriamente por ser santos,

- Deben renunciarse completamente a sí mismos, 

- Deben estar dispuestos a sacrificar bienes, talentos, descanso, la propia persona y vida por amor a Jesucristo, servicio de la Iglesia y santificación de sus hermanos”. 

Este es el ideal que S. Eugenio de Mazenod propone a sus Oblatos.

Los nombres de los mártires oblatos son:

Francisco Esteban Lacal, Vicente Blanco Guadilla, José Vega Riaño, Juan Antonio Pérez Mayo, Gregorio Escobar García, Juan José Caballero Rodríguez, Justo Gil Pardo, Manuel Gutiérrez Martín, Cecilio Vega Domínguez, Publio Rodríguez Moslares, Francisco Polvorinos Gómez, Juan Pedro Cotillo Fernández, José Guerra Andrés, Justo González Llorente, Serviliano Riaño Herrero, Pascual Aláez Medina, Daniel Gómez Lucas, Clemente Rodríguez Tejerina, Justo Fernández González, Ángel Francisco Bocos Hernando, Eleuterio Prado Villarroel y Marcelino Sánchez Fernández.

A estos 22 oblatos se unió, en un mismo acto de generosa entrega, el seglar y padre de familia Cándido Castán San José, muy conocido en el pueblo de Pozuelo de Alarcón, donde residía, y ejecutado por su vivencia de fe católica.

Y cada uno de ellos está representado con cada una de las velas que tenemos aquí encendidas.

San Juan Pablo II decía: “Al brillante y glorioso ejército de los mártires pertenecen no pocos cristianos españoles asesinados por odio a la fe en los años 1936-1939, por la inicua persecución desencadenada contra la Iglesia, contra sus miembros y sus instituciones. Con particular odio y ensañamiento fueron perseguidos los obispos, los sacerdotes y los religiosos cuyo único “delito” era creer en Cristo, anunciar el Evangelio y llevar al pueblo por el camino de la salvación.

Pidamos en esta oración a nuestros mártires que intercedan ante el Señor, para que haya más jóvenes dispuestos a entregar su vida por Él y para Él.

Lectura Bíblica: 


De la carta del apóstol san Pablo a los Romanos. 

¿Quién podrá separarnos del amor de Jesucristo? Nada ni nadie. Ni los problemas, ni los sufrimientos, ni las dificultades. Tampoco podrán hacerlo el hambre ni el frío, ni los peligros ni la muerte.  Como dice la Escritura: «Por causa tuya nos matan; ¡por ti nos tratan siempre como a ovejas para el matadero!» 

En medio de todos nuestros problemas, estamos seguros de que Jesucristo, quien nos amó, nos dará la victoria total. Yo estoy seguro de que nada podrá separarnos del amor de Dios: ni la vida ni la muerte, ni los ángeles ni los espíritus, ni lo presente ni lo futuro, ni los poderes del cielo ni los del infierno, ni nada de lo creado por Dios. ¡Nada, absolutamente nada, podrá separarnos del amor que Dios nos ha mostrado por medio de nuestro Señor Jesucristo! 

Palabra de Dios

REFLEXIÓN


El papa Francisco nos ha dicho: 

“Los mártires son aquellos que llevan adelante la Iglesia, son aquellos que sostienen a la Iglesia, que la han sostenido y la sostienen hoy. Y hoy hay más que en los primeros siglos. Los medios de comunicación no lo dicen porque no hace noticia, pero tantos cristianos en el mundo hoy son bienaventurados porque son perseguidos, insultados, encarcelados. ¡Hay tantos en las cárceles, sólo por llevar una cruz o por confesar a Jesucristo! Ésta es la gloria de la Iglesia y nuestro apoyo y también nuestra humillación: nosotros que tenemos todo, todo parece fácil para nosotros y si nos falta algo nos quejamos… ¡Pero pensemos en estos hermanos y hermanas que hoy, en número mayor al de los primeros siglos, sufren el martirio!”.

Una Iglesia sin mártires es “una Iglesia sin Jesús”. Por lo que Francisco continuamente nos invita a rezar “por nuestros mártires que sufren tanto”. 

La sangre de los cristianos, la sangre de los mártires, es semilla de nueva vida. Dice el papa: “Ellos con su martirio, con su testimonio, con su sufrimiento, incluso dando la vida, ofreciendo la vida, siembran cristianos para el futuro y en las demás Iglesias” 

Oblación y Martirio


Desde los primeros tiempos los Misioneros Oblatos, para indicar la consagración religiosa, usaron siempre el término “oblación”: oblación temporal, oblación perpetua.

Parece que, en principio, San Eugenio de Mazenod no pretendía fundar una comunidad de misioneros ni una nueva congregación religiosa. Quería nada más y nada menos esto: continuar “la vida apostólica” en su sentido más genuino, originario, es decir, revivir aquí y ahora la vida de los Apóstoles con Jesús. Por eso, más que dar misiones o hacer apostolado, quería ante todo colaborar con Jesucristo Salvador en la obra de la redención. Para ejercer bien esa “misión”, había que seguir “las huellas de los Apóstoles”, a quienes Jesús había dicho: “Seréis mis testigos hasta los confines del mundo”.

TESTIGO, en griego, lengua del Nuevo Testamento, se dice MÁRTIR.

San Eugenio exige “a quien quiera ser de los nuestros, celo ardiente”, “amor oblativo”, amor preferencial por los más abandonados. Amar sin medida, amar con la medida del amor de Cristo: hasta dar la vida. Por eso exigía que cada Oblato estuviera dispuesto a dar la vida. Y si se da con derramamiento de sangre, tenemos el martirio u oblación cruenta, la oblación suprema.

Por eso San Eugenio deseaba para sí mismo la gracia del martirio. Fue una de las intenciones de su primera Misa. Pedía “la perseverancia final, y también el martirio, o al menos la muerte en la asistencia a los apestados”. Porque, “el martirio de la caridad no tendrá menor recompensa que el martirio de la fe” (26.01.1854: carta a un misionero, enfermo grave).

Testimonio de los Mártires


  1. “Siempre me han conmovido hasta lo más hondo los relatos de martirio. Siempre, al leerlos, un secreto deseo me asalta de correr la misma suerte. Ése sería el mejor sacerdocio al que podríamos aspirar todos los cristianos: ofrecer cada cual a Dios el propio cuerpo y sangre en holocausto por la fe. ¡Qué dicha sería la de morir mártir!” Son palabras textuales de uno de los Mártires, Gregorio Escobar, en una carta escrita a su familia cuando se estaba preparando para la ordenación.


  1. “Desde el primer momento en que fuimos detenidos, (cuando nos tenían encañonados de cara a la pared), en cada uno de nosotros había un trasfondo de ser asesinados por nuestra condición de religiosos. En nuestro interior, lo único que trascendía era el espíritu del perdón, por una parte, y por otra, el deseo de ofrecer la vida por la Iglesia, por la paz de España y por aquellos mismos de los que pensamos que nos iban a fusilar. El único móvil que nos guiaba era sobrenatural, ya que humanamente lo perdíamos todo. Éramos conscientes de que si nos mataban era por odio a la fe cristiana”. (P. Felipe Díez OMI, superviviente)



  1. (Los expulsaron del convento) y, “siguiendo las indicaciones de los Superiores, cada uno buscó refugio en casas particulares de familiares o conocidos, permaneciendo en esa situación (de clandestinidad) hasta el mes de octubre de 1936. Durante ese tiempo, tanto el P. Esteban, como el P. Blanco y el P. José Vega, arriesgando sus propias vidas, procuraban visitar a los escolásticos en la clandestinidad, animándoles en su fidelidad y compromisos religiosos. Como hecho concreto, recuerdo haber oído al P. Porfirio que el día 12 de octubre, festividad de Nuestra Señora del Pilar, patrona del Escolasticado, se reunieron algunos de los Siervos de Dios, y que después de pasar varias horas en adoración al Santísimo, que clandestinamente guardaban, a la caída de la tarde comulgaron lo que habría de ser el Viático”. (Fortunato Alonso, OMI).


  1. “Le pregunté (a mi hermano Clemente) cómo estaba de ánimo y me dijo: ‘Estamos en peligro y tememos que nos separen; juntos, nos damos ánimo unos a otros. Con todo, si hay que morir, estoy dispuesto, seguro de que Dios nos dará la fuerza que necesitamos para ser fieles”. (Josefa, religiosa de la Sagrada Familia de Burdeos)


  1. Crece la animadversión contra los Oblatos por parte de los enemigos de la fe. El P. Pablo Fernández describe así: “Los Oblatos de Pozuelo eran muy apreciados y valorados por los creyentes, y convocados a asistir a reuniones y celebraciones religiosas, en las fiestas patronales, así como en otras solemnidades. También eran llamados para dar ejercicios espirituales. Esta buena fama entre los creyentes tenía como contraposición la animadversión, por odio a la fe, de los grupos extremistas, anarquistas… Este clima se debía a que la comunidad de los Misioneros Oblatos era la que promovía la vida cristiana en todo el contorno de Pozuelo: Aravaca, Majadahonda y Húmera”


  1. Entre los Mártires hay tres Hermanos Oblatos. Dice un testigo superviviente: "De manera especial quiero destacar el ejemplo de los Hermanos Coadjutores que desempeñaban con alegría las tareas más humildes en la comunidad y eran un estímulo para todos. Concretamente, recuerdo a los Hermanos Bocos, Sánchez y Prado dándonos un ejemplo alegre y sencillo en el trabajo cotidiano. Vivían en un sacrificio ejemplar en los distintos ministerios que ellos tenían. Vivieron la virtud de la pobreza aceptando la realidad de nuestra vida llena de carencias en cuanto a lo material, viviendo el Evangelio en el amor y fidelidad al trabajo, buscando, como dice el Evangelio, “servir y no ser servidos”.


PRECES


Celebremos a nuestro Salvador que, rico en generosidad, escogió como testigos suyos a estos hermanos nuestros, y aclamémoslo diciendo: 

Jesús, rey de los mártires, escúchanos.

- Por la Iglesia, para que, fortalecida con el martirio de sus hijos, anuncie valientemente el evangelio de la cruz y del perdón. Oremos.

- Por los poderes públicos, para que a imitación de los mártires promuevan la paz auténtica en el mundo entero. Oremos.

- Por la intercesión de estos hermanos mártires que vivieron pendientes de ser fieles al Señor, pidamos que Dios nos conceda la fidelidad a los designios de tu voluntad. Oremos.

- Por la intercesión de los santos mártires que se alimentaron copiosamente de tu Eucaristía, concédenos, Señor, hambre de tu palabra y de tu Cuerpo. Oremos.

- Por la intercesión de nuestros hermanos mártires, concédenos, Señor, vocaciones jóvenes que quieran seguirte con amor y fidelidad. Oremos.

- Por la intercesión de nuestros hermanos mártires, concédenos que sepamos santificarnos en el trabajo de cada jornada. Oremos.

- Por los familiares y devotos de nuestros hermanos mártires, para que, por su intercesión, el Dios del amor y la misericordia les llene de gracia y bendición. Oremos.

ORACIÓN FINAL


Dios todopoderoso y eterno, que concediste a Francisco Esteban y a sus compañeros Mártires la gracia de entregar su vida por Cristo mediante la oblación cruenta; ayúdanos en nuestra debilidad para que también nosotros, por su intercesión y siguiendo su ejemplo, nos mantengamos firmes en la fe  y sepamos dar la vida por los demás mediante “el martirio de la caridad”, según la consigna de San Eugenio de Mazenod; y de este modo podamos testimoniar ante el mundo quién es Jesucristo. Te lo pedimos, por la intercesión de nuestra Madre María Inmaculada, por Jesucristo nuestro Señor.  R/. Amén.


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