Ecos del Encuentro de Familia Oblata III (oblatas)
Aquí tenemos el tercer eco de nuestro último Encuentro de Familia Oblata. Esta vez desde lo vivido por las Misioneras Oblatas, a través de las palabras de la hna. Irene Aguilar omi.
La hermana Irene siempre cerca de la gente
“No os pido más que le miréis” (Santa Teresa de Jesús)
En este año teresiano vivo una llamada personal de aprender a mirar a Jesucristo en todo lo que vivo. La familia oblata es parte de mi vida que he recibido como un regalo. Así que estas palabras no son más que un intento de mirar agradecida a Jesús que se va haciendo presente en nuestro camino como familia oblata.
La llamada a crecer como discípulos de Jesús se hace cada vez más patente en nuestro camino. Estas palabras de San Eugenio que han animado nuestro último encuentro anual en España, son muy alentadoras para mirar el camino que hemos recorrido y abrirnos con docilidad y esperanza al futuro: “Llamados a crecer como hombres, cristianos y santos”. Es tarea de toda la vida, una conversión constante al Evangelio, y cómo se nos invitaba en el encuentro a aprender a vivir desde la humanidad de Jesús. Nuestro camino se hace concreto: como nos ayudaba a reflexionar Gilberto, ir a nuestro Nazaret, mirar y aceptar nuestra humanidad, tal y como es cada uno, con nuestra debilidad y la grandeza del Amor de Dios que se nos entrega gratuitamente. Esto lo vivimos en la celebración de la Reconciliación cada uno y como familia. Fue muy sugerente ver la escenificación de algunos jóvenes, y dejarse tocar así por la misericordia de Dios. A través de signos sencillos, se nos comunicaba una realidad honda: Jesucristo acoge nuestra vida de pecadores y nos entrega la suya, nos reviste de Su Gracia.
Irene representando a Santa Marta y las hermanas oblatas y Kiky "oblateando"
Vamos recorriendo un camino, y la invitación de parte de Raquel a reconocer en qué momento de mi vida estoy como discípulo de Jesús dio pie para el compartir por grupos. Fue enriquecedor, en medio de gozos y sufrimientos, en medio de luces y sombras de nuestra vida personal y comunitaria, se abre un rayo de esperanza en el seguimiento de Jesús.
Dentro de este tiempo cuaresmal, el encuentro de familia culminó con la eucaristía vivida desde el Tabor de la catedral de Jaén, precioso monte. Ahí la llamada fue clara con toda la Iglesia, y como a los apóstoles: hay que subir a Jerusalén con Jesús, y esto supone participar de su pasión y muerte, con la esperanza cierta de resucitar con El.
Reconozco con alegría y agradecimiento los años que he estado más implicada en el camino de la familia oblata. Han sido, y sigue siendo, un camino de encuentro, de compartir vida, de buscar juntos cómo Dios quiere que encarnemos el carisma oblato, desde la riqueza de las distintas vocaciones, con la diversidad de realidades. El camino no es fácil, como el de Jesús. Lo grande es que Dios habita en medio de nosotros, con el Espíritu Santo que guió sin duda a San Eugenio, y a tantos en su Iglesia que se dejan llevar por Él para ser santos.
Pido a Dios para toda la familia oblata, y para cada uno, que nos dejemos mirar y transformar por Jesús, desde su corazón de lleno de misericordia. Solo así se hará realidad el deseo de San Eugenio: “En nombre de Dios, seamos santos”.
Que bueno volverte a ver asi sea por fotos, esa gran sorisa reconocida aun al pasar de los años, felicidades Irene por seguir iluminando el camino de mucho desde Machiques Edo. Zulia (Venezuela) Siempre recordandote. Margyoris Parra
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