¿Cómo un oblato puede quedar fiel a su misión de anunciar a la persona de Cristo
y no quedarse con puras obras sociales?"
Todos reconocen que es una pregunta importante. Pero, ¿cómo responder?
Salen tres cosas que se pueden decir.
1º, las obras sociales son necesarias porque la fe no se transmite sin la caridad. ¡Ojalá que nunca lleguen a faltar! Benedicto XVI dice de la Iglesia : "practicar el amor hacia las viudas y los huérfanos, los presos, los enfermos y los necesitados de todo tipo, pertenece a su esencia tanto como el servicio de los Sacramentos y el anuncio del Evangelio. La Iglesia no puede descuidar el servicio de la caridad, como no puede omitir los Sacramentos y la Palabra." (Deus Caritas, 22)
2º, la boca habla de lo que el corazón rebosa. Si un misionero oblato medita día y noche el misterio de Cristo no va a fallar de hablar de la persona de Cristo.
3º. Para asumir la difícil misión del anuncio explícito y no escaparse en un protagonismo falso de obras exteriores es importante aprender el idioma con qué comunicarse. A veces será cuestión de estudiar lenguas como el mandarino o el nivaclé, pero en sentido más amplio se tratará siempre de escuchar bien lo que se dice y se cuenta y aprender este lenguaje.
Solo así se tendrá la facilidad comunicar bien y se podrán usar ejemplos e insertar imágenes que cautivan. Esto suele encontrar un eco positivo y llevará a la gente a nuevas iniciativas (que luego se deben apoyar activamente). Habrá menos tentación de escaparse en el protagonismo de meras obras exteriores.
En resúmen, evangelizar es comunicar buenas noticias y sobre todo LA buena noticia de que Cristo está vivo y que con él todo cambiará. Ésta se comunica con obras de caridad, con palabras que salen de un corazón lleno de Él y en el idioma propio del otro, que se debe aprender. Solo así nuestra evangelización será integral y completa.
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