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Crónica de la beatificación de los 23 mártires Oblatos de Pozuelo



Escrito por Redactora Ecclesia Digital
sábado, 17 de diciembre de 2011

La catedral de Santa María la Real de la Almudena acogió el sábado 17 de diciembre la solemne ceremonia de beatificación de 23 mártires de la persecución religiosa de 1936. Presidida por el cardenal Angelo Amato, SDB, prefecto para la Congregación de las Causas de los Santos, en representación del Santo Padre Benedicto XVI. La Misa comenzó a las 12 horas.

En su homilía, el cardenal Amato recordó brevemente la historia de su sacrificio para “avivar la llama del testimonio”. Así, reconoció que durante la II República, más en concreto durante los primeros meses de la guerra civil -de julio a diciembre de 1936 a marzo 1939- “descendió sobre España un furor antirreligioso que contaminó gravemente la sociedad hasta secar en el corazón los sentimientos de bondad y fraternidad y ellos fueron víctimas inocentes de este fanatismo anticatólico que hirió a sangre fría a obispos, sacerdotes, consagradas y consagrados y laicos”.

Para el cardenal Amato, “más de 7.000 son verdaderos y auténticos mártires muertos como los primeros mártires de la Iglesia por odio a la fe”. Según destacó, los 23 mártires que se beatificaban “no eran delincuentes ni habían hecho nada malo, al contrario, su único deseo era hacer el bien y anunciar el Evangelio de Jesús”.

“Queremos recordar los nombres de los religiosos oblatos porque la Iglesia les ama y les honra”, afirmó y subrayó que fueron “testigos preciosos de la bondad de la existencia humana” pese a la “crueldad de sus perseguidores”. Y lo hicieron, prosiguió, “sin armas, con la fuerza irresistible de la fe en Dios. Ellos han vencido el mal, es su preciosa herencia de fe”.

El cardenal Amato puso de manifiesto que los verdugos fueron olvidados, sin embargo, “las víctimas inocentes son recordadas”. Y citó a los nuevos beatos: Francisco Esteban Lacal, Vicente Blanco Guadilla, José Vega Riaño, Juan Antonio Pérez Mayo, Gregorio Escobar García, Juan José Caballero Rodríguez, Justo Gil Pardo, Manuel Gutiérrez Martín, Cecilio Vega Domínguez, Publio Rodríguez Moslares, Francisco Polvorinos Gómez, Juan Pedro Cotillo Fernández, José Guerra Andrés, Justo González Llorente, Serviliano Riaño Herrero, Pascual Aláez Medina, Daniel Gómez Lucas, Clemente Rodríguez Tejerina, Justo Fernández González, Ángel Francisco Bocos Hernando, Eleuterio Prado Villarroel y Marcelino Sánchez Fernández.

“A estos 22 oblatos se unión en un mismo acto de generoso testimonio a Cristo el fiel laico Cándido Castán San José, muy conocido en el pueblo de Pozuelo, por su claro testimonio católico”, añadió.

Dijo, asimismo, que “estos testigos constituyen un corazón de gloria para la Iglesia en la historia”. “Cuando el hombre arranca de su conciencia los mandamientos de Dios, rompe también de su corazón el bien. Perdiendo a Dios el hombre pierde también su unidad”.

Asimismo, explicó que “es posible” que nuestros mártires estuvieran preparados para el sacrificio supremo. El cardenal Amato aseguró que “todos los religiosos fueron detenidos sin proceso ni pruebas ni posibilidad de defenderse”. Por tanto, “es bueno no olvidar esta tragedia y tampoco olvidar la reacción de nuestros mártires a los gestos malvados de sus asesinos. Ellos respondieron rezando y perdonándoles y aceptando con fortaleza la muerte por amor a Jesús”. Y es que “los mártires nos enseñan que nuestro testimonio del Evangelio pasa no sólo por una vida virtuosa sino también, a veces, por el martirio”.

Leyó las palabras del Papa sobre los mártires que, “fieles a su vocación anunciaron constantemente el Evangelio y derramando su propia sangre dieron testimonio de su amor a Jesús y su Iglesia”. “Este es el mensaje que nos ofrecen los beatos. La sociedad no tiene necesidad de odio, de violencia y de división sino de amor, de perdón y de fraternidad”, añadió.

Concluyó invitando a imitar “la fortaleza de los mártires, la solidez de su fe, la inmensidad de su amor y la grandeza de su esperanza. Que demos testimonio de fe y verdad ante el mundo y ellos sean maestros de vida para sus hermanos oblatos y puedan fortalecer su amor a Cristo, su Iglesia y los misioneros de la nueva evangelización en todo el mundo”. “Que la Inmaculada nos ayude a celebrar la Navidad con corazón puro y santo”.

La eucaristía estuvo concelebrada por el arzobispo de Madrid, cardenal Antonio María Rouco Varela; el cardenal Antonio Cañizares, prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos; el nuncio de Su Santidad en España, monseñor Renzo Fratini; los arzobispos de Toledo, monseñor Braulio Rodríguez; Valladolid, monseñor Ricardo Blázquez; y Pamplona, monseñor Francisco Pérez; los obispos de León, monseñor Julián López; Cádiz, monseñor Rafael Zornoza; Osma-Soria, monseñor Gerardo Melgar; Astorga, monseñor Camilo Lorenzo; Alcalá de Henares, monseñor Juan Antonio Reig Plá; y Málaga, monseñor Jesús E. Catalá; y los Obispos Auxiliares de Madrid, Mons. Fidel Herráez, monseñor César Franco, y monseñor Juan Antonio Martínez Camino, sj.

La ceremonia de beatificación coincide con el 150º de la muerte de San Eugenio de Mazenod, fundador de la congregación de Misioneros Oblatos de María Inmaculada (OMI) a la que pertenecen los futuros nuevos beatos.

Es una crónica de ANÁLISIS DIGITAL

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