Palabras de agradeciemiento de Asun
Hna Asun en Marruecos, Julio 2010 |
Son
muchas las frases del Evangelio con las que podría comenzar estas
líneas que quiero compartir con vosotros. Algunas de ellas me han
acompañado de manera especial durante estos años, desde que el 21
de Septiembre de 2002, día de San Mateo, comencé el prenoviciado.
Quizás pueda recogerlas todas en una sola: “PROCLAMA
MI ALMA LA GRANDEZA DEL SEÑOR” (Lc
1,46), y unirme a la Virgen María,
agradeciendo al Señor todo lo que ha hecho y sigue haciendo conmigo,
en y a través de mí.
No
soy capaz de poner palabras a todo lo que hay en mi corazón, pero sí
agradecer al Señor su amor incondicional, su paciencia infinita y su
fidelidad. Todo esto el Señor me lo ha mostrado y muestra a través
de personas con rostros y nombres concretos, que en el día a día,
me hacen reconocer mi pequeñez ante la grandeza del Señor, algo que
aunque pueda parecer lo contrario, es motivo de alegría, pues sólo
así, puedo dejar al Señor que siga haciendo su obra conmigo y a
través de mí, sabiendo que el protagonista es sólo él y no yo.
“El
Señor que nos ha llamado nos dará aquello que necesitamos para ser
fieles, por ello no tenemos que tener miedo”, me
decía, con mucha razón, un Misionero Oblato de María Inmaculada el
día antes de la oblación perpetua. En estos últimos meses, cuando
miro la cruz lo hago con mucha confianza, sabiendo que el Señor me
mira desde ella con cariño, tal como soy, y toma mis debilidades y
mis fortalezas. Uno de los momentos más significativos en la
celebración para mí, fue la entrega de la cruz oblata, la cual,
dicen nuestras constituciones y reglas: “les
recordará constantemente el amor del Salvador que desea atraer hacia
sí a todos los hombres y las envía como cooperadoras suyas”.
Estas palabras, me recuerdan que la entrega al Señor es una entrega
continua a los otros, para que puedan experimentar, como yo, en lo
sencillo de cada día, el amor que el Señor les tiene.
Muchas
gracias a todos por vuestra oración, vuestra cercanía y por vuestra
presencia tanto física como de corazón. Doy gracias al Señor por
cada uno de vosotros que siendo cada uno como sois, me ayudáis a
reconocer al Señor de manera sencilla y sin esperar grandes cosas,
porque la grandeza está dentro de vosotros.
Os
pido también que sigáis rezando por mí, para que cada día, en los
momentos de alegría y también en los de sufrimiento, pueda mirar la
cruz y decirle al Señor: “Señor tú
lo sabes todo, tú sabes que te quiero”
Un
fuerte abrazo, asun o.m.i
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